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domingo, 25 de mayo de 2014

STREET FIGHTER: LA BATALLA FINAL. También merece que le celebremos sus 20 años, ella no tiene la culpa de haber nacido así.


STREET FIGHTER: LA BATALLA FINAL
Street Fighter


Steven E. De Souza, 1994

¿Por qué sera que todas, pero absolutamente todas las películas basadas en videojuegos son malas? Bueno, bueno, Resident Evil 2: Apocalipsis (Witt, 2004) tiene sus momentos, está bien, y la verdad es que no he visto Hitman: Agente 47 (Gens, 2007); pero por regla general las películas de Live-Action (o como les llamo yo: Cosplay con presupuesto) basadas en videojuegos son malas como películas y como adaptaciones. De hecho, precisamente la saga de Resident Evil ha sido la única en romper la maldición: Nunca antes de ella se había completado una trilogía de películas basadas en un juego de video.
    Y aunque hoy día es algo más o menos común, a mediados de los noventa el adaptar historias del entretenimiento electrónico a la pantalla grande era un terreno apenas experimental. Para estos momentos sólo teníamos la infumable película de Double Dragon (Yukich, 1994) y la vomitiva cinta de Super Mario Bros. (Jankel y Morton, 1993). Bueno, y si quieren tomarla en cuenta, el especial de dibujos animados de Pac-Man (1982).


    Así pues, cuando la chaviza de aquellos años nos enteramos de que iban a sacar la película de Street Fighter, se nos cayeron los calzones de la emoción. Para aquellos años, no había nada más genial que Street Fighter II: The World Warrior (Capcom, 1991)… Bueno, sí, Mortal Kombat (Midway Games, 1992); pero por eso Capcom lanzó la actualización Super Street Fighter II: The New Challengers (Capcom, 1993) que fue en la que —dizque— se basaron para hacer la película.
    Entonces, la historia de la peli, que a veces de manera fortuita coincide con la del videojuego, va así: El dictador en ascenso general M. Bison (lo que quedaba del genial Raul Julia) ha tomado el poder del ficticio país de Shadaloo (fonetización del japonés del inglés Shadowlaw), una península en el sudeste asiático —en el videojuego es una isla, ya empezamos mal— y ha secuestrado a un grupo de visitadores de las Naciones Aliadas (ficcionalización que mezcla la ONU con la OTAN). Para detenerlo antes de que mate a los rehenes, las NA envían al Cnel. William Guile (Jean Claude Van Damme) y a un grupo de soldados a su cargo para detener a Bison. Guile tiene cuentas pendientes que saldar con Bison y en el camino se hará de poderosos aliados como la reportera (WTF?) Chun-Li Zang (Ming-Na Wen) o los peleadores callejeros y pseudotraficantes de armas Ryu Hoshi (cuyo nombre se empeñan en pronunciar “Raiu”, interpretado por Byron Mann) y Ken Masters (Damian Chapa), y enemigos temibles como Victor Sagat (Wes Studi) o el lerdo Zangief (quizá el único personaje más o menos bien caracterizado de la peli, interpretado por el genial Andrew Bryniarski, a quien la fama le llegó ya tarde gracias a su actuación como Leatherface en el remake de La masacre de Texas [Nispel, 2004]).
    Incluso cuando vi la película por primera vez, a mis tiernos nueve añitos, me di cuenta de que algo estaba mal. Por desgracia, conforme la he vuelto a ver a medida que he ido creciendo, me he dado cuenta de que todo en esta película está mal. Pero iré por partes.


    Por principio de cuentas, se tomaron tantas libertades con la historia que ésta dejó de parecerse a la original del videojuego. ¿Por qué Guile es el personaje principal? ¿Si Guile es gringo por qué tiene ese marcadísimo acento francés? ¿Por qué Vega (Jay Tavare) es feo? ¿Por qué E. Honda (Peter Navy Tuiasosopo) es hawaiano? ¿Por qué Chun-Li es reportera? ¿Por qué Balrog (Grand L. Bush) está en el equipo de los buenos? ¿Por qué dicen que esa madre que sale en la película es Blanka (Robert Mammone)? ¿Por qué Sagat está fláccido? ¿Por qué hay tantos balazos? ¿Por qué alguien hizo esta maldita película? ¿Por qué?
    Las actuaciones de todos, de absolutamente todos, son pésimas. Es... no sé qué epíteto usar, “sobrecogedor” supongo, ver la interpretación de Raul Julia en ésta, su última película. El pobre se ve muy enfermo, cansado y por momentos no puede evitar soltar una mirada de “¿Qué carajos estoy haciendo aquí?”; pero sobre todo, se ve mucho muy lejos de aquel Julia que se hiciera legendario gracias a su interpretación de Homero Addams, apenas cuatro años atrás. Y, aun con todo eso es la mejor (o quizá la única) actuación de toda la cinta.
    Y hablando de las actuaciones, quizá el único punto bueno de esta película fue que dio a conocer a la hermosa, aunque diminuta, Kylie Minogue fuera de su natal Australia. Interpretando a la británica Cammy (y eso me hizo recordar el chiste que hace Dr. House sobre los australianos y los británicos), y aunque en Australia ya había aparecido en varias telenovelas, me alegra que la Minogue sea toda una diva del pop, porque como actriz apesta. ¿Por qué tiene que jadear para decir todos sus parlamentos? ¿Está en una película porno? ¿Acaso es Stevie, el amigo de Malcolm?


    Al final de cuentas, el guión de la cinta termina siendo un desmadre que mordió más de lo que podía masticar. Hay demasiadas líneas argumentales, demasiados personajes y demasiados elementos, y nada logra cuajar al final. Personajes como T.Hawk (Gregg Rainwater) —que por cierto, aunque peleaba en nombre de México en el videojuego, no era mexicano; sino un nativo americano despojado de sus tierras— o Dhalsim (Roshan Seth) están completamente de más... ¡Y todavía se ponen a introducir personajes inventados como el Cp. Sawada. Por cierto, Fei Long, el peleador de Hong Kong, no aparece en esta película por cuestiones de derechos de autor, pues era un tributo a/ fusil de Bruce Lee. De hecho, según dice un rumor, el personaje de Sawada originalmente iba a ser Fei Long, pero los realizadores tuvieron que cambiarlo de última hora por cuestiones de derechos de autor.
    Entre los aciertos de la peli, que sí tiene unos cuantos, debo mencionar que en las coreografías sí se preocuparon porque más o menos los actores imitaran los estilos de pelea y algunos agarres y movimientos especiales del videojuego (vamos, Cammy hace ese agarre con las piernas tan suyo y Honda sí hace el hand slap). Por desgracia, no sé qué pasó que los realizadores también terminan viéndose tímidos con esto y algunos poderes como el Hadoken de Ryu o el Shoryuken de Ken se ven de lo más chafa. Y lo peor: ¡Le dan una explicación científica a los poderes de Bison! ¿Para qué? ¡En el juego el tipo tiene poderes psíquicos, no un traje que manipula los campos electromagnéticos!


    El  otro acierto de la película, hay que reconocérselos, tiene dos, es que sí hay muchos guiños al videojuego en los escenarios que se ven en pantalla. Claro, lo ideal hubiera sido que intentaran recrear los escenarios del videojuego; pero bueno, por lo menos sí podemos ver el enrejado del escenario Vega, la estatua de Buda en el escenario de Sagat, la campana en el escenario de Bison,  el mural del tsunami en el escenario de E. Honda y… y… y, bueno, creo que eso sería todo. ¡Ah, sí! Y el tablero de la arcadia de Super Street Fighter II: The New Challengers en la consola de mando de Bison.
    Claro que también pudieron esforzarse un poco porque no se notara que las paredes de roca de la guarida de Bison estaban hechas de cartón. Por cierto, en los aposentos privados de Bison se pueden ver muchos muebles hechos con huesos humanos, que aunque están padres, botan un poco; esto es porque la mayoría de ese mobiliario (incluido ese impresionante candelabro de huesos humanos) se construyó para La masacre de Texas 2 (Hooper, 1986).


    Así pues, quizá ésta sea la peor película basada en videojuegos... Bueno, no, se echa un tête-a-tête con Super Mario Bros. (Yankel y Morton, 1993)… o con Mortal Kombat:La aniquilación (Leonetti, 1997) … Y la verdad es que las de Resident Evil son horrendas después de la tercera... Y las de Tomb Raider... ¿A quién engaño? ¡Las películas de live action basadas en videojuegos son todas espantosas! Street Fighter: La batalla final sobresale de entre las demás porque es aún peor que el promedio y porque en su época no eran tan comunes; pero la situación no parece haber mejorado en veinte años. ¿Quieren ver una buena película de videojuegos? Vean Ralph: El demoledor (Moore, 2012)... es más o menos lo mismo que Monsters, Inc, (Docter et al, 2001) pero con personajes de videojuego en vez de monstruos...
    Por si todo lo anterior fuera poco, ésta no sólo es una de las peores películas basadas en videojuegos; ¡sino uno de los peores videojuegos basados en películas! Y es que para promocionar la cinta, Campcom decidió lanzar el videojuego para arcadia Street Fighter: The Movie (1995). Este juego utilizaba fotogramas digitalizados de los actores de la película (como Mortal Kombat) en vestuarios ridículos y tenía uno de los peores gameplay que se recuerde en la historia de los videojuegos. A la plantilla de peleadores del videojuego original se restaron Blanka, fei Long y Dhalsim, y se agregó al Cp. Sawada y a  Blade (un soldado de las tropas de Bison) de la peli, y una cosa chistosísima que decía ahí que era Akuma… Todo de pena ajena.


PARA LA TRIVIA: Como reacción ante el bodrio que fue esta cinta, Capcom de Japón decidió producir un largometraje de animación (anime, para los entendidos) basado en Super Street Fighter II. Esta película es infinitamente superior a su contraparte norteamericana —y no sólo porque muestra un desnudo de Chun-Li—, pero ninguna distribuidora quiso exhibirla en cines en América. Durante las negociaciones por traer la cinta a nuestro continente, mucho se rumoró que el anime de Street Fighter sí aparecería en cines en México; pero a la hora de la hora, Videovisa se echó para atrás. ¿El resultado? Hasta el año 2000, Street Fighter: The Animated Movie fue la película más pirateada en la historia de nuestro país.

PARA EL CHISME: Según lo reveló años más tarde en una entrevista, Van Damme se encontraba completamente drogado durante la mayor parte del tiempo de la filmación en Tailandia, además de que sostuvo una relación extramarital con la Minogue.


lunes, 19 de mayo de 2014

GODZILLA. ¡Larga vida al Rey... de los Monstruos!



GODZILLA

Gareth Edwards, 2014

¿Se acuerdan de aquel desastre ocurrido en Nueva York en 1998? Sí, me refiero a la versión del nerdo profesional de altos presupuestos Roland Emmerich del clásico japonés Godzilla (Honda, 1953). En aquel entonces todo salió mal: el diseño de Godzilla, los efectos especiales, las actuaciones, una película larguísima que no llevaba a ningún lado; vamos, hasta la línea de figuras de acción se quedó en los anaqueles y la canción Deeper Underground de Jamiroquai, que sirvió como tema para la cinta, es de lo peorcito que ha hecho el artista.
    Así pues, éste sería el segundo intento de Hollywood por reinventar la épica historia de un dinosaurio descomunal que arrasa ciudades a su paso. Eso sí, pidieron ayuda a la productora japonesa Toho, hogar del Rey de los Monstruos y, afortunadamente, esta vez sí les salió bien. Esta cinta no alcanza el tono metafórico y hasta sublime de la original de 1954; pero tampoco es vomitiva como la de 1998. Incluso me atrevo a decir que esta nueva versión estadounidense es mejor que algunas de las entregas más flojas de la saga nipona —Godzilla vs King Kong (Honda, 1962) y Godzilla vs el Monstruo de Humo (Banno, 1971), las estoy viendo a ustedes—.



    En esta película se narra que hace 15 años la planta nuclear de una ciudad japonesa fue destruida debido a un desastre natural. Desde entonces, Joe Brody (el tardíamente famoso “papá de Malcolm”, Bryan Cranston), quien trabajaba en el lugar y cuya esposa pereció en el siniestro, se ha dedicado a investigar los hechos, pues todo el incidente fue encubierto por el gobierno japonés.
    En la actualidad, la verdad sale a la luz: El desastre fue ocasionado por una especie de artrópodo gigante prehistórico que consume radioactividad y que ataca utilizando un pulso electromagnético, inutilizando todo tipo de aparatos eléctricos. Joe Brody y su hijo, Ford (Aaron Taylor-Johnson) deberán ayudar al Dr. Ichiro Serizawa (Ken Watanabe, el japonés que siempre sale de japonés en las películas gringas... bueno, menos en Batman inicia [Nolan, 2005]) a detener a este monstruo. Sin embargo, pronto descubren que la criatura es prácticamente indestructible, por lo que su última esperanza para acabar con ella es atraer a su enemigo natural: Un reptil descomunal, anterior a los dinosaurios, al que los científicos nipones nombraron simplemente Gojira.


    Siendo Titanes del Pacífico (Del Toro, 2013) la más reciente película de kaijus, e incluso creo que la responsable de revitalizar el género, será el punto de comparación más obvio para esta nueva adaptación de Godzilla. Lo que me pareció más curioso es que se nota claramente que las influencias de ambas películas son las mismas. Y, al igual que en la cinta de Del Toro, hay algunas escenas que casi son una copia al carbón de películas como Parque Jurásico (Spielberg, 1993), Aliens:El regreso (Cameron, 1986) e inclusive 2001: Una Odisea del espacio (Kubrick, 2001).
    Además de eso, la película quizá abusa de los clichés del melodrama hollywoodense. Quiero decir, realmente en ningún momento sentí que Ford Brady o su familia estuvieran en peligro, uno sabe que tienen que sobrevivir... Pero, ¿es esto un fracaso o un acierto? Porque por quien sí sentí empatía fue, por supuesto, por Godzilla y finalmente creo que ése es parte del punto de la película, muy en el espíritu de las producciones niponas del personaje.
    De hecho, la forma en la que se va desarrollando la historia es muy similar a la de la película de 1954. Las apariciones del kaiju son más bien pocas y la historia se centra más en la movilización humana que éstas ocasionan. A final de cuentas, al igual que en la cinta original, es la historia de un hombre que va siguiendo el rastro de destrucción ocasionado por el monstruo (en la versión americana de la peli de 1956, al menos).


    Al respecto de eso surge, de hecho, mi única queja real sobre la película. La historia está bien contada, las peleas de kaijus son bastante buenas y está padre que quisieran profundizar el melodrama humano; pero ¿por qué tienen que perder tanto tiempo con la maldita logística del Ejército? ¿A quién le importa? Queremos ver monstruos gigantes dándose de catorrazos, por favor. Entiendo que la segunda industria más importante de EE.UU. (el entretenimiento) debía publicitar a la primera (el ejército), sobre todo ahora que andan tan de capa caída, pero hay momentos en los que sí se siente que esas escenas de militares hablando y dando instrucciones estorban, particularmente cuando van insertas en medio de una lucha de monstruos gigantes.
    Las actuaciones son cumplidoras y en el caso de Cranston y Watanabe son bastante agradables. El resto del reparto, que comparte más escenas con los monstruos, actúa de forma eficiente y da soporte a la acción de éstos, que es la verdadera estrella de este show.
    Por cierto, no he revisado ningún detrás de cámaras de esta cinta ni cómo se hicieron los efectos especiales; pero debo decir que son geniales. El quid del asunto, es decir, los kaijus, son espectaculares y es mi sospecha que los crearon a partir de capturar los movimientos de actores dentro de botargas. Por eso, aunque se ven en alta definición y gozan de todos los detalles que la animación CGI puede brindar, conservan la corporalidad de las películas de antaño.
    Asimismo, el diseño del monstruo está completamente basado en el original; a diferencia del de 1998 que parecía... que parecía... bueno, nunca le hallé forma a esa madre, siempre se me figuró un velocirraptor vigoréxico. En esta nueva versión, Godzilla es muy similar al diseño que durante sesenta décadas ha tenido en Japón, sólo las escamas son más grandes, la cara menos felina (aunque no demasiado), el color más oscuro y las placas en su lomo se ven más malotas… y se ven geniales cuando está cargando su aliento de fuego atómico.


    Al igual que en lapelícula de 1998, en esta cinta se hace una breve referencia al cambio del nombre original japonés “Gojira” por su americanización “Godzilla”. Durante décadas se ha culpado de dicho cambio a los encargados de distribuir la película en Estados Unidos; empero, esta adaptación la hizo la productora japonesa Toho, pues “Godzilla” es una pronunciación mucho más cercana a la original nipona. El nombre original de este monstruo es una palabra compuesta por los nombres en japonés de otros dos animales: “Gorira (gorila)” y “kujira” (ballena).
    En los 50, Gojira era una metáfora que representaba el miedo latente a la era atómica; vamos, finalmente los japoneses sí vivieron un ataque con armas nucleares. En la versión americana de 1956, este subtexto se diluyó. Aunque parten de una misma base, ambas películas son totalmente distintas, no sólo se insertaron escenas en la versión americana, sino que se cambió todo el montaje de la cinta para acentuar más las parte espectacular de los ataques del monstruo y minimizar la parte crítica.
    En esta versión de 2014 vuelve a haber un subtexto para el monstruo sólo que, por supuesto, viviendo en una sociedad donde el miedo a la guerra nuclear se considera una cosa del pasado, dicho subtexto tenía que cambiar. De tal suerte, ahora Godzilla representa más bien las fuerzas naturales. Ya no se trata de una mutación creada por la radioactividad, sino de un fósil viviente, una especie de campeón de la Tierra que acude a restaurar el balance de los ecosistemas cuando éste se ve afectado. Finalmente, resulta el recordatorio, tan persistente en los últimos años, de que por muchos adelantos científicos y tecnológicos que tenga el ser humano, siempre será un juguete en manos de las fuerzas de la Naturaleza.



    Una película bastante decente que sí logra transmitir el espíritu de las viejas cintas del personaje. Diré solamente que quizá faltaron más peleas de kaijus y que, de verdad, a veces siento que sobran las escenas de soldados; pero de ahí en fuera es bastante disfrutable. Dicho sea de paso, la secuela ya está confirmada.

PARA LA TRIVIA: El inconfundible chillido de Godzilla fue creado en 1954 por el músico japonés Akira Ifukube, quien logró dicho efecto al frotar las cuerdas de un bajo eléctrico con un guante de cuero untado de resina para después agregar un efecto de eco.  

miércoles, 14 de mayo de 2014

ALIEN: EL OCTAVO PASAJERO. Especial del 35 Aniversario. Primera Parte


ALIEN: EL OCTAVO PASAJERO
Alien

Ridley Scott, 1979

Existen dos versiones oficiales de esta película: La edición original de cine de 1979 y la Edición del 25 Aniversario. La diferencia son cerca de cinco minutos de escenas extendidas y reinsertadas que habían quedado fuera del corte original, algunas de las cuales, como la toma extendida de la muerte de Brett (Harry Dean Stanton) o Ripley (Sigourney Weaver) bajando al compartimiento de carga donde el alien ha empezado a construir su nido,  se habían convertido prácticamente en leyenda urbana entre los fans.

¿Qué pasa cuando alguien se toma en serio una película de serie B y dice: “de acuerdo, vamos a hacer esto, pero lo vamos a hacer bien”? Pues surge un clásico como Star Wars (Lucas, 1977), Cazadoresdel Arca Perdida (Spielberg, 1981) o Alien: el octavo pasajero. Me atrevo a decir que desde que H.P. Lovecraft escribió, nadie había vuelto a integrar de forma tan armónica la Ciencia Ficción con el Terror Gótico.
    A título muy personal comentaré además que ésta debe ser una de las cinco películas más influyentes en mi vida. La vi por primera vez cuando tenía siete años, una tarde nublada en Canal Cinco… y de ahí pa’l real. Recuerdo que me asustó, al mismo tiempo que me fascinó e intrigó.
    La tripulación del carguero espacial Nostromo es despertada del hipersueño durante su viaje de regreso a la Tierra para responder una señal de auxilio en un planetoide desconocido. Al descender  en dicho lugar, Kane (el siempre genial John Hurt) es utilizado como huésped por un parásito extraterrestre que se gesta dentro del cuerpo humano y que aumenta su tamaño minuto a minuto. Uno a uno, los tripulantes de la Nostromo irán cayendo presas de la criatura que parece haber evolucionado con el único objetivo de aniquilar a la raza humana —y según nos revelaría más tarde Prometeo (Scott, 2012), así fue—.


    La génesis de esta película comienza cuando el guionista Dan O’Bannon, luego de producir y estelarizar su película Dark Star (Carpenter, 1975) una comedia ramplona de Ciencia Ficción, se hospedaba en casa de su amigo, el también guionista y director teatral Ronald Shusett. De hecho, O’Bannon se encontraba recuperándose después de su estadía en una clínica psiquiátrica a raíz del colapso nervioso que sufrió cuando su proyecto de adaptar el clásico de Ciencia Ficción, Dune, a la pantalla grande en una película dirigida por Alejandro Jodorowsky fracasara.  O’Bannon retomó un borrador que había comenzado a escribir en el sanatorio y comenzó a convertirlo en lo que sería su próxima película que, en aquel entonces, se titulaba Star Beast.
    La idea original del guión era la de una película de serie B, mezcla de Ciencia Ficción y horror, llena de escenas sangrientas y desnudos. O’Bannon llevaba varios meses trabajando en su texto, pero sentía que aún le faltaba “punch”, alguna característica única que le diera identidad a la película.
    Fue entonces cuando, cierta noche de insomnio, Shusett se encontraba viendo televisión y sintonizó casualmente un documental sobre cierta especie de avispa que utiliza su aguijón para inocular a las catarinas con los embriones de sus propias crías. Las crías van devorando a la catarina desde adentro hasta que destrozan el exoesqueleto de su huésped. Shusett quedó fascinado con la idea y le sugirió a O’Bannon que la incluyera en su guión.
    O’Bannon reescribió toda la película tomando como eje central la idea del parásito que se gesta dentro del cuerpo humano y después trató de vender su guión a las mayores casas productoras, quienes lo rechazaron. Únicamente el legendario productor de películas de bajo presupuesto, Roger Corman, mostró interés por el guión de Star Beast. Corman se apalabró con O’Bannon para comprar su guión, aunque los meses pasaron y no había adelantos en las negociaciones.


    Finalmente, O’Bannon recibió una llamada de la oficina de Corman confirmándole que querían comprar su guión, pero que el pago se demoraría una quincena más y que preferían firmar el contrato con él hasta que tuvieran el dinero listo.
    Mientras tanto, la Twentieth Century Fox vivía una época de bonanza y gran esplendor económico gracias al inesperado éxito de Star Wars (Lucas, 1977). Los ejecutivos de la casa productora presionaban a los productores para que hicieran más películas de Ciencia Ficción y así aprovechar la racha; sin embargo, no había guiones del género disponibles y todos los guionistas de planta de la compañía estaban ocupados en otros proyectos. Fue entonces que los productores Gordon Caroll y Walter Hill desempolvaron un guión titulado Star Beast que habían rechazado con anterioridad. Al ser el único guión con una nave espacial en él, se convirtió en el proyecto de ambos productores para cumplir con las exigencias de la Fox.
    Así pues, la Fox contactó a O’Bannon días antes de que éste cerrara el trato con New Concorde Pictures (la compañía de Corman), ofreciéndole una cantidad muy superior de dinero por su guión, además de producirlo con un presupuesto de Serie A. Caroll y Hill reescribieron el guión de O’Bannon dándole un tratamiento más “maduro” y menos grandilocuente… menos de serie B, pues. Desde entonces ha habido muchas discusiones al respecto, pues O’Bannon aseguraba que los productores habían arruinado su guión, mientras que éstos alegaban que el guión original era pésimo, acartonado y lleno de lugares comunes. Sea como fuere, ambas facciones, lo mismo que los fans, podemos sentirnos más que satisfechos con el resultado final.
    Con el guión listo, el siguiente paso era conseguir un director que pudiera darle forma a un proyecto de semejantes dimensiones (en cuestión de un mes, el presupuesto de la película aumentó de 3.5 a 6 millones de dólares y posteriormente a 9… que era muchísimo dinero en 1976). Los productores entrevistaron a decenas de candidatos, siendo la pregunta decisiva “¿Cómo resolverías la escena del “abraza-rostros”?” Caroll comentó alguna vez en una entrevista que la peor de las respuestas fue la de un director (nunca quiso decir quién) que contestó: “Fácil. Le arrojamos un hígado crudo a la cara del actor y lo filmamos en contrapicado”.


    Después de un arduo proceso de selección, el ganador del puesto de director fue el británico Ridely Scott, quien sólo contaba con un largometraje en su curriculum (Los duelistas, 1977). Por cierto que a Scott no le gustaban las películas de Ciencia Ficción ni las de Horror, así que se fue a pasar un fin de semana con un amigo suyo que durante dos días le pasó proyecciones de cintas de dichos géneros. Al final de esta experiencia, Scott sólo encontró dos filmes que le gustaron: 2001: Una odisea del espacio (Kubrick) y La masacre deTexas (Hooper, 1974). Siendo estas cintas sus principales influencias, Scott fue quien decidió que el personaje de Ripley (la inmortal Sigourney Weaver) fuera una mujer, pues en el guión nunca se especificaba su sexo.
    Ahora que volví a ver la cinta, caí en cuenta de que es también un enorme logro en el diseño de arte. Originalmente, el diseño de toda la cinta iba a correr a cargo del artista Ron Cobb. Sin embargo, Cobb había dibujado alrededor de cincuenta bocetos para la criatura extraterrestre sin que uno solo convenciera a nadie de la producción o al director. Fue entonces que O’ Bannon recordó haber visto el libro Necronomicon, una colección de pinturas del artista surrealista suizo H. R. Giger inspiradas en la mitología de H.P. Lovecraft.
    O’Bannon había quedado impresionado con el trabajo del suizo pues le pareció perturbador. De hecho, tuvo que negociar arduamente con Caroll para contratar a Giger, pues el productor consideraba que “ese hombre estaba enfermo”. Finalmente, O’Bannon en persona fue a hablar con Giger en París, Francia, y se acordó que Ron Cobb diseñaría la nave espacial, mientras que Giger diseñaría a la criatura y todo su medio ambiente. De forma tardía, al proyecto se incorporó el artista francés de cómics Moebius quien, basándose en las armaduras de los guerreros samurái, diseñó los trajes espaciales de los tripulantes de la nave.


    Los escenarios diseñados por Cobb son simplemente espectaculares. Según lo declaró alguna vez, coincidió con Scott en querer alejarse de la estética de otras películas ambientadas en el espacio, como Star Wars o la citada obra maestra de Kubrick, pues les parecían tan prístinas que caían en lo inverosímil. Así pues, la nave diseñada por Cobb es grande, oscura, sucia y, como él mismo lo dijo alguna vez: combina una refinería de petróleo con una catedral gótica.
    Para crear en los actores un sentimiento real de claustrofobia, y porque quería hacer paneos largos, Scott pidió a la producción que todos los sets se construyeran en un solo módulo gigantesco. Así, todos los cuartos de la Nostromo quedaron interconectados formando un laberinto con una sola entrada y una salida. Si alguno de los actores (o quien fuera, en realidad) quería salir del set debía pasar por todo el laberinto.
    Empero, por supuesto que la estrella de la película es la criatura conocida como “alien” y gran parte de su éxito tiene que ver con el diseño. Nunca antes en pantalla se había mostrado un extraterrestre que se viera así, ni después se han mostrado extraterrestres que no estén influidos, al menos en cierta medida, por el de esta cinta.
    H.R. Giger diseñó a la criatura, pero también la esculpió desde cero utilizando los materiales más diversos, que incluyeron desde huesos humanos hasta piezas de automóviles  —los... no sé cómo llamarlas, digámosles “dígitos” que sobresalen de la espalda de la criatura son los mofles de un Rolls Royce, por ejemplo—. La producción puso a disposición del artista un cajón lleno de huesos de diferentes animales. Según cuentan las anécdotas, algunos de estos huesos aún estaban frescos, por lo que apestaban horriblemente; además, al tener a este tipo vestido de negro y con cara de loco trabajando en él, el taller que la producción le instaló a Giger era el lugar que todos querían evitar.


    Las actuaciones son de primer nivel y eso es importante por una razón crucial para la película: Casi no se ve al alien. Una astuta estrategia de Scott fue casi no mostrar a la criatura en pantalla, dejando más a la imaginación del público. A final de cuentas, sabemos que este monstruo es horrendo y gigantesco por las reacciones de quienes lo ven y no tanto por lo que realmente se muestra de él.
    De hecho, Scott quiso apelar a los instintos primarios del ser humano y por eso muchas de las escenas en las que la criatura ataca a sus víctimas incluyen primeros planos de su boca: Si uno muere devorado, lo último que verá son las fauces de su depredador.
    A pesar de ello, otro de los factores que causan el terror en esta película es que, por lo menos en esta primera entrega, no se sabía a ciencia cierta qué fin tenían las víctimas de la criatura. Digo, algunos como Parker (Yaphet Koto) era evidente que le servían de botana, pero ¿y los otros? Me refiero a que en la escena de la muerte de Lambert (Veronica Cartwright, quien se hizo famosa como actriz infantil por su participación en la obra maestra de Hitchcock, Los pájaros [1963]) realmente nunca se ve cómo la mata, sólo se escuchan una serie de gruñidos y jadeos extraños en el corredor y, en la siguiente escena en que aparece, Lambert está desnuda colgando del techo.


    Siempre me ha parecido que la película tiene un subtexto claramente sexual e, incluso, que algunas partes de ella pueden entenderse como una metáfora de la violación. Scott siempre consideró a su criatura como hermafrodita y capaz de reproducirse por sí sola (el concepto de una hembra reproductora fue introducido por James Cameron en la segunda cinta).
    Además, en la Edición del 25 Aniversario, en la mítica escena reinsertada de Ripley en el compartimiento de carga, se muestra a Dallas (Tom Skerritt) vivo y encerrado en un capullo ¿con qué propósito? En el final original del guión, que nunca se filmó, la cápsula de escape que transporta a Ripley transporta también el abraza-rostros que impregnó a Kane y se muestra cómo éste comienza a encerrarse en una especie de crisálida.
    Aunque la Edición del 25 Aniversario es bastante completa y amplía mucho del background de los personajes (en dicha edición se aprecia perfectamente que Ripley y Lambert se llevan del carajo), hubo aún un par de escenas que quedaron fuera.


    La más interesante de ellas sea quizá una de las escenas favoritas de O’Bannon cuando escribió el guión: Como su idea original era que ésta fuera una película de explotación, el elemento sexual estaba mucho más marcado. De hecho, en algún tratamiento del guión se sugería que todos los personajes estarían desnudos todo el tiempo. Sea como fuere, se llegó a filmar una escena en la que Lambert y Ripley se cuentan sus intimidades, dejando ver que son más bien facilonas y que se han acostado con toda la tripulación; mencionan entonces que Ash (Ian Holm, a quien las nuevas generaciones quizá ubiquen más como Bilbo Bolsón en la Trilogía de El Señor de los Anillos [Jackson, 2001-2003]), el oficial científico, es bastante malo en la cama. Este elemento podría parecer intrascendente, excepto porque en ese corte de la película, ésta era la primera pista que se daba al público de que Ash era en realidad un androide.
    Otras escenas que quedaron fuera, y que en realidad nunca se filmaron, fueron el final alternativo que mencioné arriba (el libreto termina en la secuencia 218 y tiene una nota final que dice: “escenas 219 a 228 suprimidas”); otro final alternativo en el que se escuchaba la narración de Ripley a manera de epílogo, sólo para descubrir después que el alien hablaba a través de ella insertando su segundo par de mandíbulas en su cráneo,  la escena en la que se aprecia que los huevos de alien en realidad estaban dentro de un templo con forma de pirámide en el que se realizaban sacrificios (el diseño de este templo fue utilizado en el videojuego de PC Aliens vs Predator [Fox Interactive, 1999]) y la escena de sexo entre Dallas y Ripley, quienes en el guión original tenían una relación romántica.
    La película tuvo un excelente recibimiento en EE.UU. y causó furor en Europa (particularmente en Alemania e Italia) y Japón. De hecho, durante toda la década de los ochenta, hubo secuelas apócrifas de Alien producidas en Italia —donde casi ni les gusta eso de piratearse las cosas— y un par de imitaciones provenientes de tierras germanas. Irónicamente, casi toda la primera hora de la película está fuertemente influida (por no decir que se la fusilaron vilmente) por la cinta italiana El planeta de los vampiros (Bava, 1965).


    Lo que sí es un hecho, es que después de esta cinta, las películas de monstruos jamás volverían a ser lo mismo y prácticamente todas tomarían su influencia en un aspecto u otro. Sin duda, un clásico inmortal que apenas si ha envejecido después de 35 años y una de las películas más influyentes en la historia del cine. Bastante bien para ser la segunda obra de un director con formación teatral a quien no le gustaban ni el Horror ni la Ciencia Ficción.

PARA LA TRIVIA: Sería casi aberrante negar que Sigourney Weaver con su interpretación de Ripley definió el arquetipo de la heroína de acción contemporánea (Nancy Thompson, Lara Croft, Jill Valentine y prácticamente cualquier personaje interpretado por Milla Jovovich no existirían sin Ripley); empero, la actriz estuvo a punto de perder el papel. Durante las pruebas de cámara, la Weaver mostró una violenta reacción alérgica al gato usado en la cinta; por desgracia, como había sido muy difícil conseguir un gato justo del color que quería Scott y que estuviera entrenado para hacer exactamente lo que el director necesitaba, sería más fácil cambiar a la actriz que al felino. Afortunadamente, en pruebas posteriores se descubrió que a lo que era alérgica la actriz era a la combinación del pelo de gato con la glicerina que el equipo de maquillaje utilizaba para hacerla sudar en cámara.
    Y hablando de Ripley, una anécdota interesante cuenta que Veronica Cartwright originalmente audicionó para dicho papel. La gente de Fox le dio call-back y la contrataron para la película, pero olvidaron decirle que le habían dado el papel de Lambert (y ella no preguntó). No fue sino hasta la primera prueba de cámara, cuando la vestuarista le entregó su uniforme (y después de tamaña discusión, según cuentan), que la Cartwright se enteró del papel que interpretaría en la cinta.



BIBLIOGRAFÍA
·         -GIGER, Hans Ruedi, Giger’s Alien, Estados Unidos, Morpheus International, 1989, 76p.

·          -GIGER, Hans Ruedi, www.HR Giger. Com, Alemania, Taschen, 1997, 241p.

·         -NATHAN, Ian Alien Vault, Estados Unidos, Voyageur Press, 2011, 175p.

·         -RIEIRA, Jorge, Alien: Terror en el espacio, Cult Movies 2, España, Midons Editorial, 1997, 95p.

·        - WESTWOOD, Emma Monster Movies, Reino Unido, Pocket Essentials, 2008, 192p.

OTRAS FUENTES
-The Beast Within: the Making of ‘Alien’, Charles de Lauizirika, Twentiwth Century Fox Home Entertainment, 2003, 178 min. aprox.   
  

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domingo, 11 de mayo de 2014

LA MASACRE DE TEXAS. A 40 años del Slasher Flick original.


LA MASACRE DE TEXAS
Conocida en España y en la literatura especializada como Masacre en cadena, pero que originalmente se llamó
The Texas Chainsaw Massacre


Tobe Hooper, 1974


¿Recuerdan que dije de Los cazafantasmas (Reitman, 1984) que pocas películas habían logrado tanto con tan poco? Bueno, pues esta cinta es una de esas pocas. De hecho, presupuestos aparte, creo que son pocas las películas que pueden jactarse de haber cambiado la Historia del Cine como lo hizo ésta; pues transformaría el cine de horror en las décadas por venir, definiendo su lenguaje.
    En un tono tan realista como jamás antes se había mostrado (para nuestros días puede resultar risible, pero en esa época esto era realismo), la película cuenta la historia de cinco jóvenes que viajan al condado de Newt, en Texas, después de escuchar las noticias sobre la reciente profanación de tumbas en el cementerio local. Al comprobar que la tumba de su abuelo no sufrió daño alguno, los hermanos Sally (Marilyn Burns) y Franklin (Paul A. Partain) Hardesty llevan a sus amigos a pasar el día en la antigua finca familiar. Poco saben ellos que en las inmediaciones habita una extraña familia de asesinos psicópatas con gusto por la carne humana. Uno a uno, los hermanos Hardesty y sus amigos caerán presas de Leatherface (Gunnar Hansen), el asesino que descuartiza sus víctimas con una motosierra y usa máscaras de piel humana, y sus hermanos caníbales.


    Al respecto de la génesis de esta cinta, puedo mencionar la historia del joven Tobe Hooper, recién egresado de la escuela de cine de la Universidad de Austin, quien en compañía de su amigo Kim Henkel (co-productor y co-escritor de la cinta), realizó una investigación para averiguar qué género cinematográfico era el más popular. Los resultados que arrojó dicho estudio demostraron a Hooper y a Henkel que las películas que más se consumían en aquel entonces (y creo que aún hoy día) eran las de horror y las comedias. Así pues, ambos compañeros decidieron que su primera película sería una de horror… Aunque de todos modos, como para sacarse el gusanito, cuando Tobe Hooper dirigió Masacre de Texas 2 (1986) la hizo una comedia.
    Según lo contó él mismo en una entrevista, a Tobe Hooper se le ocurrió la idea de un asesino que utilizara una motosierra como arma preferida cuando se encontraba en la inauguración de una tienda departamental en Austin. Sin darse cuenta, el tumulto atrapó a Hooper en el departamento de herramientas para jardín, justo frente a un anaquel con motosierras, y como lo único que el joven director quería era salir de ahí, ambas ideas hicieron clic en su cabeza.
    Al respecto de los actores, ninguno de ellos era profesional. La mayoría del elenco fue casteado del mismo club de teatro de la Universidad de Austin. También, dicho sea de paso por cruel que parezca, pocos de ellos realmente tuvieron una carrera actoral después. Marilyn Burns, protagonista de la cinta, fue mesera mientras esperaba su gran oportunidad en Hollywood... que nunca llegó; Gunnar Hansen, quien participó con un pequeño papel en la infantiloide La gente que el tiempo olvidó (Connor, 1977) al lado del legendario Doug McClure, se retiró de la actuación para escribir novelas costumbristas; y Jim Siedow, quien interpretó a Old Man, se empecinó en que no quería volver a salir en una película si el guión no le parecía tan bueno como el de La masacre de Texas, así que la única otra cinta en la que participó fue en La masacre de Texas 2.


    Muchos críticos y estudiosos del cine han analizado esta cinta desde muy diversos enfoques a lo largo de la Historia, la mayoría de ellos tratando de desentrañar el enigma de su inesperado éxito. Si bien un servidor no se atrevería a llamarla la Primera Película Moderna de Horror por considerar que dicho título le pertenece a Psicosis (Hitchcock, 1960), sí estoy plenamente convencido de que la ópera prima de Hooper es consecuencia del magistral thriller de Hitchcock y de que marcó la tendencia que seguirían las películas de miedo hasta nuestros días.
    De hecho, como dato no tan curioso, puedo mencionar que tanto La masacre de Texas como Psicosis se basaron en el mismo asesino serial de la vida real: el siniestro Ed Gein. Hombre sumiso reprimido por su padre alcohólico y su madre fanática religiosa, con quien vivió hasta la edad adulta, Gein no pudo superar la muerte de ésta y, dando rienda a un Complejo de Edipo mal resuelto, se dedicó a profanar tumbas de mujeres cuyos cadáveres consumía y con los cuales fabricaba muebles y vestidos. Después de un par de años, Gein no se sintió satisfecho con la profanación de tumbas del cementerio de la comunidad rural en la que vivía (Plainfield Wisconsin, en el centro Norte de Estados Unidos) y comenzó a asesinar mujeres que se parecían a su madre. Por cierto que también en Ed Gein se basó el personaje de Buffalo Bill de la película El silencio de los inocentes (Demme, 1991).
    Con tan macabra inspiración, la casa de la familia de Leatherface (bautizada con el humor más ácido posible como la familia Sawyer en Masacre de Texas 2) está decorada con muebles hechos de huesos diversos, restos de las incontables víctimas que sirvieron de cena para el macabro clan y de los “souvenirs” que éstos tomaron de algunas tumbas. Sofás de fémures, lámparas de cráneos y una gallina misteriosamente encerrada en una jaula demasiado chica para ella son sólo algunos de los adornos fúnebres que las jóvenes víctimas encuentran en la tétrica casa de los caníbales.


    Y hablando del clan de caníbales... ¿Qué hay con ellos? Me refiero a que mucho se ha discutido sobre qué relación guardan Leatherface y los otros tres miembros de su familia, conocidos sólo con los sobrenombres de Hitchhiker (Edwin Neal), Old Man (Jim Seadow) y Grandfather (John Dugan). Aunque aparentemente los tres primeros son hermanos, con frecuencia Old Man asume el rol de padre y líder del clan.
    Sobre este mismo rubro, los estudiosos del Séptimo Arte que se han dedicado al análisis de La masacre de Texas suelen preguntarse ¿por qué no hay mujeres en la familia? El único vestigio de alguna presencia femenina es la abuela momificada que los tres hermanos guardan en el ático. Eso o el hecho de que en dos escenas Leatherface usa máscaras de mujer (de hecho en la cuarta entrega de la saga, los realizadores decidieron volver a este asesino una especie de travesti).      
    Siempre me ha gustado el subtexto de esta cinta. Creo que, de hecho, la peli no narra la historia de los jóvenes asesinados, sino de Leatherface y sus hermanos, quienes representan a una familia estadounidense rural promedio cuyos valores son confrontados por las nuevas generaciones. La vuelta de tuerca en este discurso viene con el cuestionamiento sobre exactamente ¿cuáles son estos valores? Es decir, no cabe duda de que los posteriormente bautizados Sawyer son una familia más que unida, pero ¿con qué fin? ¿Queda justificado uno o varios crímenes en aras del amor fraternal?


    Finalmente, se trata sólo de una familia que hace lo que se supone que deben hacer todas: proteger a los suyos. En una de las primeras escenas, cuando los jóvenes recogen al Hitchhiker, Franklin y él dialogan sobre un matadero que ven en la carretera. Hitchhiker menciona que su familia solía trabajar en ese lugar, pero que se quedaron sin empleo tras la industrialización de los rastros. Se trata pues del desplazamiento del hombre por la máquina y la crisis laboral que esto genera desde el siglo XIX.
     La confrontación entre los valores decadentes de las entidades rurales y los nuevos valores de la sociedad de consumo nacida de la posguerra estadounidense fue en esta época el discurso de varias otras películas como el clásico churro del legendario H.G. Lewis 2000 maniáticos (1964), la aterradora Las colinas tienen ojos (Craven, 1977) o la muy perturbadora y controvertida Amarga pesadilla (Boorman, 1972).
    Ése, por cierto, es otro de los elementos que, según los teóricos, volvieron tan exitosa a esta película y que, por cierto, es uno que heredó de la ya mencionada obra maestra de Hitchcock (¿dirigió algo que no lo sea?). Volviendo a los terrores creados por el folklore, plantea el medio rural como un lugar peligroso. Es decir, sería obvio pensar (por lo menos antes de esta cinta) en la ciudad como el hogar de los lunáticos, pero ¿y el campo? Donde no hay dónde esconderse ni un alma en kilómetros a la redonda...


    Aunque la película fue muy escandalosa en su momento, y de hecho fue prohibida en varios países, las escenas de horror que presenta pueden resultar bastante tibias para nuestros tiempos. He de admitir que, no estoy seguro por qué, pero esta última vez que vi la cinta me causó más miedo que otras; pero estoy convencido de que el efecto que produce proviene más de la atmósfera creada con esmero que de algún otro recurso efectista. De hecho, según lo declaró Tobe Hooper en alguna entrevista, en toda la realización de la película se utilizó apenas medio litro de sangre artificial.
    Sin embargo, las actuaciones en esta película son tan deliciosamente grotescas, el tono tan grandguiñolesco y el ritmo tan medido que le dan un sabor único. Y es este sabor lo que la convierte, sin lugar a dudas, en el antecedente directo de todo el cine slasher de la década siguiente. Así es, esta película es la madre de todos los Michael Myers, Freddys, Jasons, Ghostfaces y demás asesinos enmascarados del cine.
    Curiosamente, a diferencia de la nutrida descendencia que mencioné arriba, la de Masacre de Texas es quizá la franquicia slasher menos afortunada de todas, y también la más corta. Con sólo siete películas (son pocas en comparación con las diez de Halloween o las trece de Viernes 13), debe reconocerse que la premisa se agotó en la primera cinta. Todas las demás han tenido que recurrir a piratearse escenas completas de la primera parte bajo el pretexto de rendirle homenaje o hacer guiños a los fans. ¡Nada! Pura falta de creatividad. El mismo Hooper pudo anticiparlo y por eso decidió que la segunda parte fuera una parodia de la primera.


    El legado de La masacre de Texas incluye tres secuelas de la original, un remake con su respectiva precuela, una secuela spin/off (del que ya hablé en un post anterior) en 3D, un videojuego para Atari 2600, tres series de cómics (la primera de las cuales incluyó el crossover Leatherface vs Jason) y una enorme cantidad de figuras de acción y merchandising relacionado.

PARA LA TRIVIA: He aquí varios hechos curiosos sobre la cinta.
·         John Dugan, el actor que interpretaba a Grampa, tenía sólo 19 años cuando hizo la película.
·         La casa de la familia caníbal fue filmada en una casa real en la que habitaba gente. El equipo de producción estaba vuelto loco con la logística para poder filmar al mismo tiempo que permitir a la familia que habitaba en la casa seguir con sus actividades cotidianas.
·         En los primeros borradores del guión la película se titulaba Braincheese (queso de sesos) haciendo alusión a un diálogo del personaje de Franklin.
·         Bill Moseley, quien interpretó a Hitchhiker (rebautizado como Top-Chop) en La masacre de Texas 2, fue convocado por la producción de la cinta cuando Edwin Neal, el actor original que hiciera el papel en 1974, se rehusara a aparecer en la secuela. Moseley había interpretado el papel en una parodia para televisión titulada The Texas Chainsaw Manicure.
·         Para simular la apariencia de piel humana mal curtida, la máscara de Leatherface fue moldeada con una mezcla de látex y fibra de vidrio.
·         En Italia (donde son famosos por sus extrañas traducciones para los títulos de las películas) la cinta se llamó No abras esa puerta.
·         La escena más difícil y tardada de filmar fue la de la cena. Para dicha secuencia, el equipo de producción trabajó durante 23 horas continuas. La iluminación era tan intensa y la ventilación tan escasa (para mantener la oscuridad dentro de la habitación las ventanas fueron cubiertas con bolsas de basura) que la comida en los platos (pollo hervido) comenzó a pudrirse, originando un terrible hedor que hizo que más de uno de los miembros del staff volviera el estómago. De hecho, en la versión de la cinta en Blu-Ray puede verse el vapor de la descomposición emanando de los platos.
·         A pesar de que la cinta se promocionó como “Basada en hechos reales” para atraer al público, en toda la historia del estado de Texas no existe un solo reporte de un asesinato cometido con una motosierra.
·         La secuela de la película tardó casi 13 años en estrenarse por el montón de líos legales que se desataron por los derechos de autor. La compañía que la había distribuido originalmente, White River Productions, resultó ser un frente para lavar dinero de la mafia italiana que se esfumó con las ganancias y los derechos de distribución. Hubo mucha gente involucrada en la realización de La masacre de Texas, incluidos algunos de los actores, que nunca vieron un solo centavo por concepto de pago de regalías.
·         La actriz Marilyn Burns sufrió sendas heridas en la escena en la que corre por un zarzal, por lo que muchos de los arañazos y cortadas que se le ven en cámara eran reales.