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lunes, 22 de abril de 2013

POSESIÓN INFERNAL. Dejando adolescentes sin dormir desde 1982.


POSESIÓN INFERNAL
Evil Dead

Fede Alvarez, 2013
Conocida en México como El despertar del Diablo (y en España como Posesión satánica), la primera versión de The Evil Dead (Raimi, 1982) se convirtió en una de las películas más influyentes del cine de horror. En aquel entonces se trataba de una cinta prácticamente underground que rondaba los pasillos de los videoclubes en espera de que un grupo de temerarios adolescentes se atrevieran a verla, tratando de comprobar si era verdad que se encontraban ante una de las películas más horrorosas jamás filmadas; una que incluso podía dejarlo a uno sin dormir o causarle algún trauma psicológico.
    Treinta años después, con el apoyo del director y protagonista originales (Sam Raimi y Bruce Campbell, respectivamente) como productores, un presupuesto bastante holgado y la tecnología del CGI para efectos especiales, nos es presentado el remake de aquella cinta que mantuviera insomnes a tantos púberes.
    Mia (Jane Levy, quien saltara a la fama con su papel de rata de ciudad antisocial en la serie de TV Suburgatory) se ha reunido con su hermano (Shiloh Fernández), su novia (Elizabeth Blackmore) y una pareja de amigos (Jessica Lucas y Lou Taylor Pucci) en una vieja cabaña en algún bosque de Nueva Inglaterra (donde siempre pasan este tipo de cosas) para una reunión amistosa. En realidad, los amigos de Mia se han puesto de acuerdo para una intervención que ayude a la chica a dejar las drogas. Lo que todos desconocen es que en esta cabaña se han realizado rituales de exorcismo y, en el último de ellos, los practicantes olvidaron el Libro de los Muertos cuyos pasajes, al ser leídos aun de manera fortuita, invocarán a un demonio de gran poder.
   

    La película es muy interesante y se toma su tiempo para desarrollar un planteamiento sólido, que es donde radica mucha de su fortaleza. El guión está escrito decentemente, sin ser confuso ni sobre explicativo, y uno llega a preocuparse de verdad por los personajes y lo que les pase.
    En este rubro en particular, la peli deja los clichés y convencionalismos (al menos durante las primeras dos terceras partes) dando la misma importancia a todos los jóvenes recluidos en la antigua cabaña. No se sabe quién será el primero en caer ni si quedará alguno de ellos vivo al final.
    Las actuaciones son decentes en su mayoría, destacando el trabajo de Levy y Pucci, y en general en esta película se cumple con una de las más sagradas tradiciones del cine de horror: castear a actores poco conocidos o de bajo perfil (aunque los de esta versión sí ya tienen varias películas en su haber, al contrario de su contraparte ochentera).

    En general, la producción es muy buena, tanto en el área de diseño como en la de maquillaje y efectos especiales. Algo que se ve en pantalla y que se agradece es el hecho de que los realizadores decidieron utilizar los efectos especiales en CGI en la menor cantidad de tomas posibles, y, generalmente, sólo como apoyo de los efectos físicos. Hay escenas verdaderamente impresionantes en las que podemos ver con lujo de detalle y estilización mutilaciones, criaturas demoniacas, e incluso un ataque con motosierra y una lluvia de sangre. Se trata de una película muy gráfica que toma prestados elementos del cine gore.
    La iluminación y la fotografía son muy buenas, y logran crear atmósferas que son lúgubres por momentos y estridentes en otros, apoyando los geniales efectos de maquillaje y logrando dar vida a los escenarios.
    Algo que se mantuvo muy cercano a lo propuesto en la versión original de 1982 es el tratamiento que se da a la cabaña. Quizá en un tono menos literal, eso sí, pero la cabaña termina convirtiéndose en un personaje más de la película y el diseño de la misma y la atmósfera dentro de ella transmiten un sentimiento de amenaza y de una locura incontrolable que está por desbordarse.

    Ahora, ¿la película tiene fallas? Sí, no son muchas, pero sí son hondas.
    La principal de ellas se encuentra en el guión. El guión de esta película, así como su argumento son muy buenos. ¿Por qué? Porque casi parece que sólo sacaron fotocopias del guión original. De hecho, esta cinta parece una especie de The Evil Dead “Remix”. Me refiero a que no sólo las escenas más icónicas de la primera versión están presentes en este remake, sino que son casi idénticas a las originales e incluso van sucediendo en el mismo orden. Por lo menos se tomaron la molestia de cambiarle el final y de no mencionar que el dichoso Libro de los Muertos que está escondido en la cabaña es el mismísimo Necronomicón.
    El problema con este tipo de refritos es que, aunque sean muy buenos, uno no puede dejar de estar pensando en la cinta original. En el caso particular de esta película, y me pareció algo en extremo curioso, da la sensación de ser mucho más corta que la original; sin embargo, dura diez minutos más. Lo que pasa es que algunas de las escenas de horror que eran muy impactantes de la primera versión (como la de los animales disecados o la mano cercenada) quizá les parecieron un poco tontas o ingenuas a los realizadores de esta peli y decidieron quitarlas, pero como ya prepararon al público para ver las mismas escenas prácticamente, uno siente que algo falta.
    También me pareció que el tono se botaba por momentos. La propuesta de esta versión era ser mucho más seria y violenta que la original, y así se mantiene durante casi todo el filme. Sin embargo, hay momentos en los que los realizadores no resistieron la tentación de incluir chistes de mal gusto o situaciones absurdas que se sienten fuera de lugar y algo forzadas.

    A pesar del estilo grotesco y nada contenido de esta versión, el tono delirante y grandguiñolesco de la original se ha dejado a un lado, y ése sí que era perturbador. Asimismo, aunque en la peli de 1982 lo efectos especiales eran apenas poco más que caseros (algunos de ellos se lograron con modelos de plastilina y otros, incluso, dibujando con marcadores sobre el negativo de la película), eran quizá por eso mismo más efectivos. El maquillaje era realmente rudimentario, pero estaba realizado y era utilizado por los actores de forma tal que en verdad causaba horror. Las escenas demoniacas de la primera versión quedaron grabadas con fuego en mi memoria. En pocas palabras: opino francamente que la versión hecha hace treinta y un años, con un presupuesto que apenas si era una fracción del de esta versión, y con un tono que rayaba por momentos en lo fársico, daba más miedo.
    En el caso de las películas que son remakes de otras existen ambos extremos: Tanto aquéllas que sólo toman el nombre de la original para chupar su fama, pero no tienen prácticamente nada que ver con ella, como El aullido: el renacimiento (Nimziki, 2011) o aquéllas que son prácticamente una copia al carbón de la original, como es el caso de Noche de miedo (Gillespie, 2011). Insisto en que deberían dejar en paz a los clásicos; además, esta película ya tenía un refrito pues la segunda parte, La muerte maldita II (también conocida como El despertar del Diablo II; Raimi, 1987) era prácticamente la misma película que la primera pero con un poco más de presupuesto y con un tono menos serio.
    Posesión infernal es realmente un buen trabajo y un ejemplo del nivel de calidad al que las películas de horror deberían aspirar. No es para todo público e incluso entre los aficionados al cine de miedo puede ser demasiado fuerte para ver, pero sin duda es toda una experiencia. Eso sí, funciona muchísimo mejor si no se ha visto la versión original.

PARA LA TRIVIA: Se planeaba originalmente que el mismísimo Bruce Campbell, cumpliendo con otra de las tradiciones del cine de horror, hiciera un cameo en la cinta; sin embargo, por cuestiones de agendas le resultó imposible.

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