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sábado, 30 de julio de 2016

FE DE ERRATAS:
En mi crítica a La leyenda de Tarzán afirmé que Edgar Rice Burroughs había escrito el crossover de Tarzan y John Carter; sin embargo, no fue así. El texto de Tarzán en Marte existe de facto, aunque se ha convertido en una especie de leyenda urbana entre los fanáticos. Hasta donde se sabe, fue un manuscrito apócrifo, firmado por un tal John Bloodstone (seudónimo de Stuart J. Byrne) y publicado en limitadas copias piratas en la década de los 60, de las cuales apenas si sobrevive alguna. Empero, la idea ha sido retomada por varios cómics y la línea de figuras de acción Tarzán: las aventuras épicas producida en 1995 por Trendmasters.
    El crossover que sí fue escrito de puño y letra de Burroughs fue Tarzán en el centro de la Tierra (1930), novela en la que Lord Graystoke vive emocionantes aventuras en las junglas prehistóricas subterráneas y la ciudad de Pellucidar que aparecieran por primera vez en la novela En el corazón de la Tierra (1922), también de Burroughs.
    Así pues, el error es mío y la información que ahora uso para corregirlo la tomo de BURROUGHS, Edgar Rice, Tarzan of the Apes, The Library of America, New York 2012; y del artículo escrito por John Allen Small en el sitio www.erbzine.com

martes, 26 de julio de 2016

LA LEYENDA DE TARZÁN. Una apología al colonialismo en la época de la corrección política.


LA LEYENDA DE TARZÁN
The Legend of Tarzan

David Yates, 2016

En octubre de 1912 se publicó por primera vez la novela Tarzan of the Apes. Su autor, el estadounidense Edgar Rice Burroughs (1875-1950), concibió el texto como una forma fácil de ganar dinero luego de haber pasado varios años en empleos mediocres con salarios bajos. Burroughs no sólo escribió una serie de veinticuatro secuelas ‒algunas publicadas de manera póstuma‒; sino que se las arregló para vender licencias de su personaje que incluyeron prácticamente todos los medios: cómics, radionovelas, seriales cinematográficos, juguetes y una nutrida lista de etcéteras cuyas ganancias le dieron el capital suficiente para comprarse un rancho en las afueras de Los Ángeles al que llamó Tarzana.


    La novela como tal fue muy criticada en su época por su escaso valor literario, su argumento pobre y la aún más pobre retórica de Burroughs, así como sus situaciones inverosímiles y huecos argumentales. A pesar de todo esto, el libro rápidamente se convirtió en un Best Seller y un clásico de la literatura juvenil estadounidense.
    ¿Y a dónde quiero llegar con esta introducción? Bueno, pues a que el nombre de Tarzán no está precisamente ligado al concepto de calidad desde su fuente primaria. En ese sentido, esta película no fue una decepción.


    La cinta cuenta la historia de John Clayton III (Alexander Skarsgård, a quien seguro recuerdan como el vampiro Eric Northman en True Blood [2008-2014]), otrora conocido como Tarzán, quien vive la vida de un aristócrata inglés tras haber reclamado su título como Lord Graystoke y desposado a Jane Porter (Margot Robbie). Cuando la invasión belga al Congo deja en bancarrota al rey Leopoldo I, éste envía a un agente especial, el malvado Leon Rom (Christoph Waltz, porque alguien tenía que actuar en esta película), para que salve la empresa. El plan de Rom es convertir a todas las tribus del Congo en esclavos para obtener mano de obra barata. Para este propósito, se alía con el rey Mbonga (Djimon Hounsou) quien, a cambio de la ayuda de sus guerreros, le pide que le entregue a su enemigo jurado, Tarzán. John Clayton caerá en la trampa de Rom y viajará al Congo acompañado del diplomático estadounidense y vis comica George Washington Williams (Samuel L. Jackson).
    Por principio de cuentas hay que aclarar algo: esta película no narra la historia de Tarzán. Según parece, ésa ya quedó bastante contada en la clásica Greystoke: la leyenda de Tarzán (Hudson, 1984) o en la versión de Disney (Buck y Lima, 1999), y a los realizadores de esta cinta les pareció poco interesante para contar... supongo.


    Sí hay unos cuantos flashbacks sobre cómo el clan de simios adopta al pequeño Tarzán y de cómo éste se ganó su lugar dentro de la tribu. También hay flashbacks de cómo Tarzán conoció a Jane. Todo esto tomándose bastantes licencias con respecto al texto original, pero cumpliendo con su cometido de plantear quiénes son los personajes, cuáles son sus relaciones, explicar un poco por qué son como son y dejarnos con ganas de más... porque la verdad, aunque esté más choteada, uno como que sí quería ir a ver la historia del origen de Tarzán.
    En ese sentido, la historia es bastante simple... y, aun así, se siente innecesariamente complicada. Como si el argumento central fuera demasiado sencillo y la narrativa fuera rebuscada para que la película no parezca una tomada de pelo monumental...


    En general, las actuaciones son sosas y poco brillantes. Skarsgård difícilmente gesticula, Jackson está en su eterno papel del negro sarcástico y Hounsou, que en alguna época fuera un gran actor, parece haber entendido que ser el villano de la película era poner cara de “ah, qué encabroando estoy” todo el tiempo. 
    Se salva el genial Christoph Waltz, cuyo carisma e interpretación sobresalen del resto, aun cuando el personaje que hace es básicamente una copia edulcorada del que lo lanzara a la fama, el Cnel. Hans Landa en Bastardos sin gloria (Tarantino, 2009). Por cierto, ¿alguien sabe si la acción de Rom de acomodar los cubiertos sobre el plato de Jane fue improvisada por el actor? Porque posee esa genialidad y frescura de un actor que se está divirtiendo con lo que hace... aunque, por otro lado, si me di cuenta de que lo improvisó, entonces algo salió mal. Y también la Robbie, a quien todos esperamos ver como Harley Quinn, tiene ciertos momentos de brillo como una Jane que es una damisela en peligro, pero no está desamparada en absoluto.


    De hecho, la interpretación de Robbie es tan competente que logra compensar la pobre caracterización del personaje, que incluye el horrible color de cabello que le pusieron ‒eso ni es rubio ni es castaño, es como amarillo Playmobil‒ y su vestido de una época indeterminada pero que realmente no termina de encajar en el siglo XIX.
     Y después viene lo peor de la película: Los efectos especiales ¡Oh, por Cthulhu! ¿Es neta, Warner Bros.? ¿De verdad éstos son tus efectos CGI para una película de alto presupuesto encaminada a ser franquicia? ¡Los gráficos de la WiiU se ven mejor y eso ya es mucho decir! Todo se ve completamente falso en esta cinta ‒además del cabello de Jane‒.


     Digo, estoy perfectamente al tanto de que los simios que criaron a Tarzán son una especie ficticia ‒esto viene desde la novela de Burroughs, en la que se refiere a ellos como primos cercanos de los gorilas, sólo que más grandes y más inteligentes‒ y que por lo tanto no tienen que verse absolutamente realistas; pero no mamen. Los gorilas de Congo (Marshall, 1995) también son ficticios y se ven mejor que los de esta cinta... y ya saben cómo se veían los gorilas de Congo.
    No sólo los animales se ven terribles, sino que fueron tratados con increíble poca atención a los detalles. ¿O fui el único que notó que los elefantes que cruzan la jungla son pigmeos? Digo, porque se supone que son elefantes africanos, pero se ven como del tamaño de elefantes asiáticos... parece que alguien no hizo la tarea de ir al zoológico.


    Y para rematar, están los escenarios virtuales. Grandes cosas pueden lograrse con los escenarios virtuales, y la creación de mundos tan vastos y asombrosos cuyo único límite es la imaginación es una realidad al alcance de la mano de cualquier cineasta... siempre y cuando se haga bien. Por desgracia, en La leyenda de Tarzán lo hacen con las patas. De verdad, la secuencia en la que Tarzán y los aborígenes corren por las ramas de los árboles para alcanzar el tren se ve horrible. Éstos deben ser los peores escenarios digitales que he visto desde Star Wars Episodio II: El ataque de los clones (Lucas, 2002)... ¡Pero eso fue hace casi quince años!
    Como sea, la película entretiene y me hizo reír mucho. Aunque no sé si esa fue la intención de los realizadores al hacerla. Es una cinta apenas palomera cuyo mayor mérito es explotar el físico de Skarsgård y de verdad, no pasa de ahí, quien espere más que eso merecerá la decepción. De cualquier modo, muy probablemente Burroughs, quien escribió el crossover entre sus dos personajes más famosos, Tarzán y John Carter, en el que el Rey de los Simios va a Marte, hubiera aprobado esta cinta sin demasiado recelo. Y creo que lo más genial de toda la película fue el chiste que hacen sobre el grito de Tarzán.  


PARA LA TRIVIA: Edgar Rice Burroughs menciona muchas veces en la novela el llamado de Tarzán y es un elemento importante en los nudos climáticos de la historia, aunque nunca describe específicamente cómo suena. Aunque hubo otros antes, el grito clásico de Tarzán ‒sí, ése que finísimas personas ponen en el claxon de sus autos‒ se atribuye oficialmente al actor Johnny Weissmuller en su interpretación del personaje para la película Tarzán de los monos (Dyke, 1932). Sin embargo, la historia sobre el verdadero origen del grito está envuelta en misterio, siendo la versión más aceptada la de que en realidad fue el cantante de ópera Lloyd Thomas Leech quien grabara originalmente el grito para Metro-Goldwin-Meyer.

Guión
0
Dirección
1
Actuación
1
Fotografía
0
Música
1
TOTAL
3






martes, 19 de julio de 2016

UN HOMBRE LOBO AMERICANO EN LONDRES. Fresco como un cachorro a sus 35 años.


UN HOMBRE LOBO AMERICANO EN LONDRES
An American Werewolf in London

John Landis, 1981

Aquéllos quienes hayan vivido la década de los 80, al menos una parte como yo, recordarán el monstruo de moda por aquellos días: el hombre lobo. Los licántropos fueron toda una moda en el cine durante la primera mitad de la década e incluso hacia su final aún gozaban de cierta popularidad. Pero esta boga no surgió de manera espontánea. Hubo dos películas que, con su tecnología de avanzada ‒para la época, claro‒ en el campo de los efectos de maquillaje, lograron crear algunas de las escenas más increíbles de metamorfosis en la pantalla grande. La primera cinta, basada en la novela de Gary Brandner, es El aullido (Dante, 1981). La segunda, fue Un hombre lobo americano en Londres y, de hecho, la categoría de Mejor Maquillaje en los Premios de la Academia fue creada básicamente para reconocer a esta película.
    El argumento es de lo más simple: Dos jóvenes turistas americanos que viajan de mochilazo se ven en la necesidad de recorrer a pie la campiña inglesa en una noche de luna llena, cuando son atacados por un hombre lobo. Jack (Griffin Dunne) muere destazado por la bestia; pero David (David Naughton) sobrevive. Luego de una larga estadía en un hospital, en el que se enamorará de la enfermera Alex Price (Jenny Agutter), llena de noches intranquilas plagadas de aterradoras y extrañas pesadillas, David descubrirá que le han transmitido la maldición del hombre lobo. También descubrirá que las personas que mueren asesinadas por un licántropo se convierten en almas en pena que no pueden descansar hasta que el monstruo muera. Las opciones de David comienzan a agotarse y la legión de muertos vivientes que lo acosa se nutre cada vez más, ¿podrá el pobre David librarse de la maldición antes de que mate a la mujer que ama?


    Creo que sólo puedo definir esta película como “extraña”. Muchos dicen que se trata de una comedia negra con toda la intención de serlo. Otros dicen que se trata de una película de horror que funcionó mejor como una comedia. Yo no estoy completamente de acuerdo ni con una ni con otra postura. Considero que se trata de una película de horror, impregnada de un sentido del humor macabro y retorcido, y que formalmente resulta ser una tragedia.
    Hay secuencias que claramente buscan ser terroríficas y lo logran, como la escena de la pesadilla en la que la familia de David es masacrada ‒aunque nunca me quedó claro qué onda con los nazis‒, o la escena del ataque en el metro, o la escena misma de la transformación del licántropo. Mientras que otras, como aquélla en la que David amanece desnudo en el zoológico, la escena del cine porno en Picadilly Circus o las diferentes apariciones de un cínico Jack muerto-viviente en diferentes estados de descomposición, están más inclinadas a buscar las risas.


    Y por supuesto, el elemento más cómico de todos es el soundtrack. La banda sonora de la película está conformada por canciones populares, todas relacionadas con la luna. Así pues, la cinta abre con Bad Moon Rising de Creedence Clear Water Revival; en la escena de la transformación se escucha la versión de Sam Cooke de Blue Moon y la cinta cierra en medio de la tragedia con Blue Moon pero en la hilarante versión de los Marcels. Ah, y por cierto, como chiste local, la locación del exterior de la casa de Alex se filmó en Lupus Street.
    La idea de tan pintoresca selección musical es la de crear contrapunto entre lo que se ve en pantalla y lo que se escucha. Así, las escenas terroríficas o trágicas tienen canciones alegres para acompañarlas y se ven más impactantes. Un recurso muy viejo, pero muy efectivo cuando está bien utilizado.


    Y ya que hablamos de la escena de la transformación, ésta se convirtió en un hito del cine. Sí, ya habíamos visto muchas veces personas transformarse en lobos en películas anteriores, pero nunca así. Los esfuerzos de maquillaje, efectos especiales y efectos físicos, y la utilización de nuevos materiales por parte del equipo liderado por el genio del maquillaje, Rick Baker, da como resultado una secuencia que prácticamente fundó un género.
    Quiero decir que fue por esta escena por la que se pusieron de moda las películas de hombres lobo en esa época. Sí, ya habíamos visto una transformación en la mencionada El aullido; pero no era tan larga ni tan explícita. Uno veía estas películas por ver las transformaciones ‒hablando de lo cual, les recomiendo que chequen En compañía de lobos (Jordan, 1984), tiene una transformación muy loca‒. Tristemente, ésta es también la razón de que el subgénero de los licántropos no sobreviviera a la década de los 90, cuando comenzó a abusarse de los efectos digitales, pues nunca lograron que una transformación de hombres lobo se viera bien en CGI.


    El aspecto final del monstruo siempre me ha gustado. Se ve como un lobo, sólo que gigantesco y demoniaco, y según lo dicen en el detrás de cámaras, fue una gran controversia en el diseño si debían darle una forma más humanoide o si debía conservar un aspecto más canino. Según se sabe, Rick Baker basó la apariencia del monstruo en su propio perro, Bosko. Finalmente, optaron por lo último y el resultado es bastante bueno. Aunque francamente, quizá es el elemento de la película que más ha envejecido; pero es emocionante ver a ese mastín del infierno haciendo volar cabezas de policías en Piccadilly Circus.
    Y así como la mayoría de las escenas son geniales, tengo que admitir que hay otras que a uno lo dejan rascándose la cabeza. Como la de la regadera, que probablemente sea una de las escenas gratuitas de sexo más descaradas en la historia del cine. La gratuidad del enamoramiento entre Alex y David se puede entender por el Síndrome de Florence Nightingale ¡Pero a estos chavos el jugueteo previo no les toma ni un corte de edición!


    El guión es bueno a secas y toma como principal fuente El hombre lobo (Waggner, 1941), del ciclo clásico de monstruos de Universal Pictures. En general, los diálogos son ingeniosos ‒nuevamente, me encantan las escenas de Jack‒ y la historia se cuenta bien. Los ataques del hombre lobo son cada vez más y más horribles, y la desesperación de David lo lleva al borde de la locura, y uno como espectador no puede más que sentirse mal por el pobre tipo. Hasta culpa me llega cuando me río en la escena en la que provoca a un policía en Trafalgar Square para que lo arreste.
    Un hombre lobo americano en Londres es un clásico y un icono de su época. Quizá, después de la muerte del subgénero de licántropos, se encuentra menos presente en el imaginario actual del cine de horror; pero la simple mención de su título es suficiente para iniciar conversaciones. Su legado se compone principalmente de toneladas de merchandising y de una retahíla de películas de hombres lobo a lo largo de la década de los 80, desde cosas profundas como la mencionada En compañía de lobos hasta las francas parodias, como el remake de Hombre lobo adolescente (Daniel, 1985), la divertida Mi mamá es un lobo (Fischa, 1989) o algo mixto como la serie de TV La mujer lobo de Londres (1990).


     También cabe mencionar que Michael Jackson quedó tan impresionado con esta película, que se empeñó en contratar a Landis para que dirigiera su videoclip Thriller. El director llevó a todose equipo: Rick Baker en los efectos de maquillaje, en la dirección y Rick Baker en los efectos especiales fue el encargado de darle vida a esa obra maestra del videoclip que fue Thriller y que convirtió a Michael Jackson en el Rey del Pop.
    Y sí, también hubo una secuela... ¿o es una parodia? Quiero decir, ¿qué rayos es esta mierda? Bueno, a nivel argumental cuenta la historia de la hija de David, pero no sé si el que sea tan chafa es intencional. No estoy seguro, pero Un hombre lobo americano en París (Waller, 1997) es tan pero tan mala que muchos son quienes le achacan haberle dado el tiro de gracia al cine de licántropos.


PARA LA TRIVIA: Ya no se hacen películas como ésta. En una entrevista en 2007, el actor Griffin Dunne declaró que cuando se estrenó la película le preocupaba que su madre, que estaba enferma, no pudiera ver la película. Del mismo modo, Landis comentó alguna vez que cuando revisó el transfer de la película a HD ‒para la edición en DVD‒ se sintió impresionado de que la película fuera tan sangrienta.   

Guión
1
Dirección
2
Actuación
1
Fotografía
1
Música
1
Punto extra por logros en Efectos especiales
1
TOTAL
7


martes, 12 de julio de 2016

DÍA DE LA INDEPENDENCIA: CONTRAATAQUE. ¡Marcianos al contraataque!



DÍA DE LA INDEPENDENCIA: CONTRAATAQUE
Independence Day: Resurgence

Roland Emmerich, 2016

Luego del descomunal éxito de Día de la Independencia (Emmerich, 1996), Twentieth Century Fox le pagó a Dean Devlin un adelanto exorbitante por escribir un guión para una secuela. Después de algún tiempo, Devlin terminó el guión; pero sintió que no estaba a la altura del primero y se negó a entregarlo a Fox, devolviéndoles el dinero.
    Durante más de una década el proyecto de esta película fue un rumor revoloteando en el enrarecido aire de Hollywood. Incluso en la década pasada se hablaba de un guión definitivo que colocaba al Cptn. Steve Hiller (Will Smith) en el papel de Presidente de los Estados Unidos; idea que pareció concretarse con la llegada al poder de Barack Obama. Según todo lo que se supo, la película prácticamente giraría en torno al personaje de Hiller.


    Pero, por alguna extraña razón, el proyecto fue cancelado de repente. Un par de años después, de manera casi tan súbita como desapareciera, se anunció oficialmente el estreno de la segunda parte de Día de la Independencia... sin Will Smith. Los rumores dicen que el fracaso taquillero de su película Después de la Tierra (Shyamalan, 2013) fue lo que motivó su distanciamiento del proyecto, otros dicen que se trató de una decisión personal. La realidad, según se supo después, fue que Fox no quiso pagar el sueldo de 50 millones de dólares que Smith pidió por realizar dos secuelas.
    Sea como fuere, la película se estrenó a final de cuentas sin Smith en el reparto y con Sela Ward (a quien quizá recuerden como la exesposa del Dr. House en la primera temporada de la serie) en el papel de la presidenta Lanford. Aunque originalmente el rol se lo ofrecieron a Susan Sarandon, quien lo rechazó porque dijo que cuando leyó el guión no entendió nada.


    Según la película, han pasado veinte años desde que los alienígenas intentaran invadir la Tierra arrasando las principales ciudades del planeta y llevando a nuestra especie al borde de la extinción. Pero nos salvamos y aprendimos. De los invasores caídos obtuvimos tecnología avanzada que nos ha permitido crear energías limpias y renovables, armamento de avanzada y colonizar la Luna. En veinte años no ha habido guerras y la humanidad convive en armonía y prosperidad hasta que una nave de origen desconocido se acerca a nuestro planeta. Por suerte, las eficientes defensas orbitales de la Tierra logran neutralizar la amenaza... o eso creen, pues los mismos invasores alienígenas de hace veinte años regresan; pero esta vez, en lugar de usar un ataque coordinado de varias naves, una reina con toda su colmena a bordo de una nave cosechadora atacará nuestro planeta para extraer el níquel de su núcleo. La esperanza de la humanidad recae en una nueva generación de jóvenes héroes, quienes deberán trabajar en conjunto con los veteranos del primer ataque extraterrestre para salvar a nuestra especie.
    Por supuesto que una de las cintas más taquilleras de la década de 1990, que dio origen a toneladas de merchandising que incluyeron un pésimo videojuego para PS1, tarjetas coleccionables y una línea más que decente de figuras de acción, y que hizo de Jeff Goldblum el actor mejor pagado en Hollywood de 1996 a 1997 ‒cuando protagonizó El mundo perdido: Jurassic Park (Spielberg, 1997)‒ iba a producir una secuela... aun cuando fuera tan tardía e innecesaria como ésta.


    Porque admitámoslo, la premisa se agotó en la primera película.
    Empero los realizadores, aprendiendo del maestro de las buenas secuelas, James Cameron, producen una secuela que es interesante y divertida, que logra evolucionar los elementos planteados en la primera parte, así como introducir nuevos elementos. Algunos funcionan muy bien, otros no tanto y otros... habrá que esperar a una posible tercera parte para ver cómo se desarrollan.
    Recuerdo que desde que estaba chavito y vi la primera película, me quedé con ganas de ver más escenas de humanos y alienígenas combatiendo cuerpo a cuerpo, o al menos en un tiroteo. Pues en esta cinta hay muchas secuencias por el estilo y lo que es más, aparece el personaje de Dikembe Umbutu (Deobia Oparei), un líder guerrillero africano que se ha dedicado a cazar extraterrestres con técnicas más “tradicionales”.


    Que ahora que lo pienso, para ser un jefe guerrillero es increíblemente fácil de localizar…
    Ahora, se supone que los invasores, según lo que recordamos de la peli anterior, tienen más o menos las mismas debilidades que nosotros. Por eso sus tropas de infantería llevan unas coquetas armaduras... que por alguna extraña razón les cubren todo, excepto su punto débil ‒según Umbutu‒... ¿Quién diseñó esas armaduras, Crimilda?
    Lo que sí es que los extraterrestres combinan CGI con puppetts y animatrónicos, por lo que se ven bastante bien. Sobre todo se nota el uso de animatrónicos en los primeros planos, lo que luce mucho.


    Y luego está la reina. ¿Alguien puede pensar en una idea más trillada que la de los monstruos con una organización social tipo colmena? No es una idea original de Aliens: el regreso (Cameron, 1986), ya en Ellas (Douglas, 1954) los protagonistas deben entrar al nido de las hormigas mutantes para matar a la reina y el cliché se repite ad infinitum en las películas de monstruos. Ahora, no por eso deja de funcionar. La batalla climática de la cinta entre el Ejército y la reina está bien lograda y el diseño de la reina está padre... aunque ¿por qué tiene boca?
    La forma en que expandieron la cinta hacia la segunda parte es inteligente, aunque muy sencilla. Funciona por opuestos. En la primera cinta, hay muchas naves invasoras, en ésta sólo una; en la original casi no se ve a los extraterrestres, en ésta los vemos mucho tiempo; en la anterior los atacantes nos toman por sorpresa, mientras que en ésta estábamos más que preparados para defendernos; en la peli original dos de los tres protagonistas se vuelven grandes amigos, mientras que en la secuela comienzan siendo enemigos; en Día de la Independencia, el Presidente Whitmore era un líder eficaz que tomaba decisiones importantes en momentos difíciles, cuando en la segunda su participación es mínima y parece haber perdido el juicio. En la primera, los humanos capturan una nave extraterrestre, en esta ocasión se hacen con varias de ellas; en la peli original se invertía mucho tiempo en las escenas de destrucción de monumentos, mientras que en ésta ese tiempo se ha reducido e incluso se burlan de ello.


    Es muy interesante que en esta ocasión hayan decidido dejar fuera el tono de thriller político que era tan característico de la primera parte. Al mismo tiempo, aceleraron bastante el ritmo y se enfocaron más en la acción y no tanto en el suspenso. Ah, y el patriotismo ramplón también quedó fuera en esta ocasión. Supongo que los realizadores, atinadamente, anticiparon que nada de eso funcionaría en esta década.
    También me gustó el diseño de los cazas alienígenas. Siempre me pregunté ‒y eso fue algo que les falló en la primera cinta, la verdad‒ ¿por qué la tecnología extraterrestre parece no evolucionar? Nosotros pasamos de los bulbos a los semiconductores en sesenta años, ¿por qué ellos siguen usando las mismas naves que en los 40? Bueno, pues en esta película corrigieron ese detalle y la tecnología de los invasores se ve que ha avanzado.  
Esto, por cierto, resulta en varias secuencias de batallas aéreas bastante satisfactorias.


    En general es una película entretenida y divertida. Es muy curioso cómo evoluciona el concepto, lo expande y manda a la goma muchos de los elementos característicos de la primera parte... ¡Y logra funcionar de maravilla! No es la joya del séptimo arte que va a cambiar la forma de hacer cine; pero de repente repunta y logra sobresalir entre la avalancha de películas colgándose del retro noventero con las que nos han bombardeado en los últimos años. Además, la primera no era tan buena. Y, para ser franco, por momentos sí me parece que es mejor que la original.


PARA LA TRIVIA CON SPOILER: El personaje del Dr. Okun (Brentt Spiner) quien no sólo no murió en la primera parte, sino que en ésta recibe una participación mucho mayor, está basado en Jeffrey A. Okun, supervisor de efectos visuales en Stargate: La puerta del tiempo (Emmerich, 1994).

Guión
1
Dirección
1
Actuación
1
Fotografía
1
Música
1
TOTAL
5


          

lunes, 4 de julio de 2016

EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA. La primera.


DÍA DE LA INDEPENDENCIA
Independence Day
aunque, para fines de merchandising, en su época fue muy popular la nomenclatura ID4.

Roland Emmerich, 1996
Existen dos versiones de esta película. La edición original, que se estrenó en cine y que es la que pasan por televisión, con 145 minutos de duración y la Edición Extendida, que hasta donde sé fue una edición limitada de la colección Ultimate de Fox para DVD, con 154 minutos. La diferencia son nueve minutos de escenas reinsertadas en las que se profundiza en las relaciones entre los personajes y se hace una muy leve crítica a la política, a la iglesia y a la milicia... que a final de cuentas resultó demasiado filosa para el tono patriotero y romántico de todo el show.
    De entre las escenas reinsertadas que destacan una en la que un fanático religioso enloquecido se niega a ser rescatado de las ruinas de Los Ángeles, un par de escenas que hablan sobre la pérdida de la virginidad, la escena en la que nos cuentan que Russell Casse no es el padre de Miguel (James Duval) y, quizá mi favorita, la escena en la que Russell llega al Área 51 pidiendo un médico porque su hijo Troy (Giuseppe Andrews) está medio muriéndose y nadie lo pela, todos los médicos están más preocupados porque no se muera el extraterrestre que lleva Steven Hiller.


Del equipo supernerdo de realizadores que nos trajera joyas del cine friki como Soldado universal (Emmerich, 1992) y Stargate: La puerta del tiempo (Emmerich, 1994) llega un melodrama de patriotismo tan cursi que haría sonrojar al Capitán América original. Bajo el pretexto de una película de acción con elementos de Ciencia Ficción, el director Roland Emmerich y el productor Dean Devlin entregan un vehículo propagandístico de 60 millones de dólares ‒no se rían, en aquel entonces era un presupuesto gigantesco para una película‒ que fue uno de los blockbusters que arrasaron la taquilla en el verano de 1996.
    En la película se narra la historia de una raza alienígena que llega para invadir la Tierra. Naves colosales e indestructibles de quince millas de diámetro sitian y sistemáticamente destruyen las principales ciudades del mundo. La avanzada tecnología de los invasores los vuelve invencibles y la raza humana parece condenada a la extinción cuando David Levinson (mi querido Jeff Goldblum en su eterno papel de nerdo), un supernerd que estudió alguna carrera indeterminada de ciencias en el MIT y que terminó trabajando para una empresa de TV satelital, descifra el código utilizado por los extraterrestres para comunicarse. Con la ayuda del presidente de los EE.UU., Thomas J. Whitmore (Bill Pullman), un expiloto de la Guerra del Golfo que casi en nada se parece a Bill Clinton, y el capitán Steven Hiller (Will Smith cuando aún creíamos que era simpático), un carismático piloto de la Fuerza Aérea, Levinson organizará un contraataque crítico: aquél que determinará el futuro de nuestra especie. 


     Recuerdo que cuando salió esta película, que era yo apenas un escolapio, la fui a ver al cine... porque desde que estoy en la primaria me paso los veranos metidos en el cine, y me pareció genial. Con el tiempo ha ido perdiendo el lustre, es cierto, pero no por ello ha dejado de gustarme. Cada nuevo visionado le encuentro más cosas, ya sean escenas brillantes, huecos argumentales o referencias nerdas. Sobre todo, disfruté ver la Edición Extendida, porque le dio una dimensión nueva a una película que creía conocer bien. Incluso le dio más profundidad a lo que durante mucho tiempo fue sólo un blockbuster veraniego… digo, no mucha más, pero ya no se ve tan plana.
    Lo que de plano nunca pude hacer fue verla completa en la TV porque por alguna extraña razón, será por la conversión del Frame Rate entre ambos formatos, no lo sé, los efectos visuales se ven especialmente chafas.


    Algo que es muy particular de esta cinta es su tono y su ritmo. No es bien a bien una película de Ciencia Ficción, pero tampoco es en realidad una de acción. Tiene escenas de acción, cómo no, las batallas aéreas son particularmente disfrutables; pero no está metida de lleno en el género. Creo que esta película, por lo menos durante todo el primer acto, tiene un tono de thriller político. Piénsenlo, se parece más a Cuestión de honor (Reiner, 1992) o El informe Pelícano (Pakula, 1993) que a Duro de matar (McTiernan, 1988) o Máxima velocidad (de Bont, 1994). Y, por supuesto, de repente está salpicada de cómicos chascarrillos para aliviar la tensión.
    De hecho, gran parte de la narrativa recae en el suspenso de quiénes son los invasores y cómo se ven. El primer vistazo que le damos a uno de los alienígenas ocurre hasta que la película lleva casi una hora con diez minutos. Y ya lo que se dice los extraterrestres como tales, “al desnudo”, aparecen casi en la hora y veinte. Por cierto, las criaturas se ven bastante bien, todas ellas logradas con puppets y efectos físicos... digo, se ven mucho mejor que la escena en la que Hiller se eyecta de su avión de combate, cae en paracaídas y a leguas se nota que es un muñeco.


    Por cierto, la escena de la autopsia al extraterrestre es una especie de guiño a la autopsia extraterrestre que transmitió por TV la cadena FOX y que sirvió como cortina de humo para tapar un par de grandes metidas de pata del régimen Clinton. Hace algunos años, una compañía de efectos especiales del Reino Unido reclamó la autoría del video, confirmando que se trataba de un fraude. ¡Pero la autopsia extraterrestre de Día de la Independencia, y el subsecuente control mental del Dr. Okun (Brent Spiner, a quien quizá recuerden mejor como el androide Data en la serie de TV Star Trek: La nueva generación [1987]) son algunas de las mejores escenas de la película ‒aunque si ponen atención se pueden ver los cables de los que colgaba el muñeco en la toma en la que le disparan‒ y la parodian en Los Muppets en el espacio (Hill, 1999) con resultados hilarantes!
     Lo que sí está muy en el mood de las películas de acción son los personajes. Completamente planos, unidimensionales y actuados de forma apenas decente... aunque, claro, uno ve esta película para ver cómo vuelan en pedazos la Casa Blanca y el edificio Empire State en tomas que no pueden ser descritas más que como majestuosas, no para presenciar un duelo de actuaciones. Y está bien, la película funciona muy bien con la cara de palo de Pullman, el eterno Ian Malcolm de Goldblum y el tono chistocito de Smith. Supongo que tiene que ver con que los personajes principales en realidad están representando a diferentes clases sociales de EE.UU. por lo que se convierten en una especie de alegoría. No es sarcasmo, de verdad funciona.


    Como también funcionan los clichés del melodrama de acción que casi son incluidos en la cinta con receta. Choques de autos, destrucción sin sentido, los dos superhéroes gringos que salvan al mundo ellos solitos y que, por supuesto, son miembros de minorías étnicas ‒un negro y un judío… que además es ecologista‒, el que los personajes que se mueren uno ni los extraña porque finalmente para eso estaban ahí ‒¿quién lloró con la muerte de la primera dama Marylin Withmore (Mary McDonnell)... yo ni me acordaba que ahí estaba hasta que se murió, como Selena‒, y el borrachín/idiota del pueblo que se redime al final ‒en este caso, Russell Casse (Randy Quaid), pero bien podría haber sido Muff Potter‒, o el beso del reencuentro entre Hiller y su novia Jasmine (Vivica A. Fox) ‒que ganó el MTV Movie Award a mejor beso en ese año‒, y mi favorita de todos los tiempos: Miles de millones de personas mueren calcinadas de manera horrible... ¡pero todo está bien porque el perro se salva!
    Algo que también es muy particular de esta cinta es que está llena de sinsentidos y huecos argumentales como ése. Por ejemplo, se supone que los extraterrestres no tienen cuerdas vocales, sino que se comunican mediante telepatía; pero en varias escenas de la película, gritan ¿Cómo es posible? Y si tienen poderes telepáticos, ¿para qué quieren manubrios y pantallitas touch en las consolas de sus naves? Pero sobre todo... si Levinson y Hiller destruyeron la nave nodriza que orbitaba la Tierra con un arma nuclear y los fragmentos de esa nave cayeron a la Tierra, ¿no serían meteoritos llenos de radiación que causarían tanta o más destrucción que el mismo ataque alienígena?


    Es más que evidente que la principal fuente de inspiración para esta película es la novela de H.G Wells La guerra de los mundos (1898). En el texto del polímata británico, los marcianos habían evolucionado al punto de que ya no necesitaban el habla para comunicarse, sino que lo hacían por medio de la telepatía. Del mismo modo, los invasores han llegado a un punto de su proceso evolutivo en el que prácticamente son sólo cerebros y pueden cambiar de cuerpo a voluntad de acuerdo con sus necesidades. En la cinta, los alienígenas usan trajes biomecánicos ‒nada que ver con Vsévolod Meyerhold‒ para... pues para... oigan, sí ¿para qué lo usaban si de todos modos podían respirar en nuestra atmósfera y no estaba blindado? Como sea, la idea viene desde Wells.
    Asimismo, en la novela de Wells SPOILER la humanidad no logra derrotar a los marcianos; sino que éstos sucumben ante los gérmenes y virus terrestres, contra los cuales no tenían defensas. En esta versión “actualizada”, Levinson logra cargar un virus informático diseñado por él en la nave nodriza que... ¿Es neta? ¿De verdad un virus informático terrestre podría infectar una computadora extraterrestre? ¡Si ni siquiera infectan las Mac ‒en aquel entonces, Apple MacIntosh‒! TERMINA SPOILER


    Y en realidad, ahora que lo pienso, el asunto de la Ciencia Ficción queda bastante relegado. En realidad, no creo que haya Ciencia Ficción en esta película... quizá la tecnología extraterrestre. Aunque, en la película vencen a las naves invasores destruyendo su arma principal, lo que gatilla una reacción en cadena que destruye la nave, ¿no? ¿O sea que su reactor o motor principal o lo que sea está conectado al arma principal? ¿Usan la misma energía para viajar que para atacar? ¿Es decir que, con toda su evolución y su tecnología son tan estúpidos como nosotros, que fabricamos automóviles en los que el motor y el aire acondicionado utilizan el mismo tanque de combustible?
    Me gusta ese característico color cian de la tecnología extraterrestre. Según leí alguna vez en una revista, cuando los cañones de las naves se rodean de esos puntitos azules es porque están recogiendo hidrógeno de la atmósfera y convirtiéndolo en deuterio para así crear un haz de plasma ionizado de alto poder destructivo. Como mis conocimientos de física nuclear están más o menos al mismo nivel que los de Homero Simpson, siempre he creído en esta explicación; pero si alguien más enterado que yo desea corregirme, por favor siéntase en libertad de hacerlo.


     Así pues, aun cuando los efectos han envejecido un tanto, el mensaje de la película se mantiene intacto. Un mensaje de hermandad y unión entre todas las razas del mundo ‒en la Edición Extendida hay una toma de pilotos israelíes y palestinos abordando sus jets de combate casi hombro con hombro‒ bajo el liderazgo del pueblo estadounidense. Lo dice el presidente Thomas Whitmore ‒por cierto, no es coincidencia que esta película se estrenara justo a tiempo para la campaña de reelección de Bill Clinton‒ en su discurso, que es el epítome de lo cursi: “… El 4 de julio ya no será conocido como un día feriado estadounidense, sino como el día en que el mundo declaró a una sola voz: ¡No nos iremos calladamente en la noche! ¡No nos desvaneceremos sin pelear! […] ¡Hoy celebramos nuestro Día de la Independencia!”
    Y la verdad, la peli es consciente de esto y se autoparodia en algunas escenas, como en la que los iraquíes reciben el mensaje por telégrafo ‒pues es el único medio de comunicación que sobrevivió a la parodia extraterrestre, y por esa razón siempre me opuse al Apagón Analógico‒ de que los estadounidenses han descubierto como vencer a las naves invasoras y O.C. británico farfulla: “¡Vaya, ya era hora!”


    Le tengo un cariño especial a esta película. Me gusta mucho. Pero por eso mismo debo ser el primero en admitir que no es particularmente buena. Es entretenida y fue un parteaguas en el uso de efectos digitales, pero es mucho más forma que fondo. Lo que sí es encantador es el montón de referencias que hace a otras cintas de Ciencia Ficción y Fantasía, de las cuales recojo mis favoritas en esta lista, porque ya saben que me encanta hacer listas:

1.-Cuando los científicos del SETI reciben la transmisión extraterrestre, en el fondo se escucha la canción It’s the End of the World (As we Know It) de R.E.M.
2.-En medio del caos de la oficina en la que trabaja Dave se puede ver a un tipo hablando por teléfono y diciendo: “Sí, a mí también me gustan los Expedientes X”.
3.-En el remolque de los Casse se puede ver que están transmitiendo por TV la película El día en que paralizaron la Tierra (Wise, 1951).
4.-Con esta no me hagan mucho caso, quizá sólo sea mi imaginación, pero ¿notaron que el dueño del club donde trabaja Jasmine es un tipo con pinta de italiano, bajito, panzón y con un mostacho que se llama Mario? ¿Podría ser una referencia a Super Mario?
5.-Cuando todos los intentos del Gobierno por comunicarse con los alienígenas fracasan, se les ocurre intentar la comunicación a través de luces… como en Encuentros cercanos del tercer tipo (Spielberg, 1977).  
6.-El compañero de trabajo de Dave, Marty (Harvey Fierstein), se encuentra atrapado en el tráfico tratando de huir de Nueva York. Desde la cabina de su automóvil hace una llamada telefónica para pedir que lo comuniquen con su psiquiatra, el Dr. Katz. Dr. Katz: Professional Therapist fue una serie de dibujos animados para adultos producida por el comediante Jonathan Katz y el productor Tom Snyder, y que se transmitió por Comedy Central de 1995 a 2002.
7.-Justo antes de que una nave extraterrestre se posicione sobre la Casa Blanca, hay una toma del edificio en exactamente el mismo ángulo desde el cual vemos que es destruido en Los visitantes del espacio (Sears, 1956).
8.-Durante el primer encuentro de la Fuerza Aérea contra las naves caza alienígenas, un piloto asiático choca contra una de ellas saliendo proyectado hacia la pantalla, justo como uno de los pilotos ‒asiático también‒ de las naves A-Wing de El regreso del Jedi (Marquand, 1983).
9.-En la escena en la que se muestra la devastación causada por el ataque extraterrestre aparece la Estatua de la Libertad derrumbada como en El planeta de los simios (Schaffner, 1968) o Escape de Nueva York (Carpenter, 1981).
10.-En la escena en la que Jasmine atiende a la Primera Dama herida, su hijo, Dylan (Ross Bagley), juega entre los escombros con un muñeco de Mecha King Ghidorah, enemigo acérrimo de Godzilla.
11.-En la Edición Extendida, cuando Levinson enciende su laptop a bordo del caza extraterrestre, ésta lo recibe con una imagen en la pantalla de HAL 9000 y la frase “Good morning, Dave”, clara referencia a 2001: Una odisea del espacio (Kubrick, 1968).
12.-En el último ataque de la Fuerza Aérea a las naves alienígenas uno de los pilotos utiliza la clave “Eco 9 a Eco7” para comunicarse con la base, que es la misma clave que utiliza uno de los pilotos de snowspeeders para comunicarse con la Base Eco en El Imperio contraataca (Kershner, 1980).



Guión
1
Dirección
1
Actuación
1
Fotografía
1
Música
1
TOTAL
5