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lunes, 30 de noviembre de 2015

POLICÍA MANIÁTICO. El retorcido brazo de la Ley.


POLICÍA MANIÁTICO
Maniac Cop

William Lustig, 1988

Existen 3 versiones de esta película. La edición para cines de 85 minutos, que fue la que también se lanzó para Blu-Ray, y las dos ediciones en DVD, una de 88 y otra de 91 minutos de duración. Francamente no he visto más que la versión de 85 minutos, por lo que mi crítica se basará en ella.

Me gustan las películas de Larry Cohen. En la superficie parecen comunes y corrientes películas de explotación para disfrutarse en el autocinema, mezclan elementos de distintos géneros “menores” y son súper sangrientas. Pero, en un nivel más profundo, como todas las buenas películas de horror, son un termómetro social increíblemente preciso. A través de metáforas poco sutiles, Cohen expone los miedos comunes de su sociedad.
    En ¡Estoy vivo! (1974) Nos habla sobre el terror que puede causar la paternidad, en La serpiente voladora (1984), del terror a los inmigrantes y en God Told Me To (1976) sobre las sectas religiosas y la paranoia. En esta cinta, Cohen nos habla del terror que inspira el sistema de administración de justicia.


    Aunque en esta ocasión Cohen no ocupó la silla de director, él levantó el proyecto, produjo la película y escribió el guión, así que básicamente es una obra suya.
    A ver... ¿De qué podría tratarse una película que se llama Policía maniático? Digo, teniendo antecedentes de películas como Brasil (Gilliam, 1984) y Almuerzo al desnudo (Cronenberg, 1991) cabe la duda; pero no es el caso.


    La cinta narra la historia de una serie de brutales asesinatos cometidos por un misterioso agente de policía quien, después de matar delincuentes, ha empezado a hacer presa en ciudadanos inocentes de Nueva York. Por pura maldita casualidad, el oficial Jack Forrest (el legendario Bruce “la Barbilla” Campbell) es arrestado como principal sospechoso luego de que su esposa es degollada en el cuarto de hotel en el que descubrió a Forrest con su compañera de trabajo, la oficial Mallory (Lauren Landon).
    Sin embargo, el detective Frank McCrae (el gran Tom Atkins, quien prácticamente hizo una carrera de interpretar policías en películas de los 80), quien está a cargo de la investigación, confía en la inocencia de Forrest y está seguro de que alguien dentro de la Corporación le ha tendido una trampa. Conforme la investigación de McCrae, Forrest y Mallory se va desarrollando, descubren que los asesinatos podrían estar relacionados con el oficial Matt Cordell (Robert Z’Dar), quien fue encarcelado por acusaciones de brutalidad policiaca, y desfigurado y asesinado a cuchilladas por los criminales que él mismo ayudó a encerrar.


    Por principio de cuentas, puedo decir que algo que llama poderosamente la atención de esta película es el reparto. La elección de Campbell para el papel protagónico —bueno, para uno de los dos, pues en realidad la cinta tiene dos líneas argumentales— ya es afortunada, además de que le permitió al actor mostrarse en un personaje más “serio” al Ash de El despertar del Diablo (Raimi, 1981), papel que lo elevara al Olimpo del cine de horror.
    Del mismo modo, Tom Atkins cumple muy bien con su rol y uno de verdad se la cree que es un detective honesto en busca de la verdad. Además, tiene buenas escenas de acción.


    Y, por supuesto, quien roba atención es el gigantesco D’Zar en su papel de Matt Cordell... bueno, medía 1.85m; pero lo hacían lucir en pantalla. El actor y productor estadounidense de ascendencia lituana, a quien probablemente recuerden—su cara es difícil de olvidar— por su papel de “Rostro” en la divertida Tango y Cash (Konchalosvkiy y Magnoli, 1989), sufría de una rara afección genética conocida como querubismo, misma que le daba su particular físico.  
    En segunda instancia... ¡Qué maldita buena película! O sea, sí; es una película de bajo presupuesto llena de clichés y situaciones absurdas —ahora que lo recuerdo, nunca explican por qué Cordell parece no morir nunca, ni aunque le vacíen un revólver en el pecho… será pariente de Michael Myers—, escenas sangrientas sin justificación aparente y una persecución de autos, pero es condenadamente entretenida. Lo único que le faltó, a mi gusto, fueron desnudos —quizá en las ediciones más largas sí haya, si alguien sabe, confirme por favor—.


    Y quizá esta película resulte tan entretenida porque es un pastiche de películas de género muy bien armado. Todo el primer acto, en el que el  agente de policía asesino serial aterroriza las calles de Nueva York es un gran slasher flick. El segundo acto, el de la investigación de McCrae y Mallory y las pesquisas subsecuentes, es un gran thriller policiaco. Y, finalmente, el tercer acto, en el que ya descubrimos la verdadera identidad del asesino, éste ataca una jefatura de Policía —en una escena que casi no parece plagio de El exterminador (Cameron, 1984)— y nuestros héroes le dan caza, es una genial película de acción.
    Así pues, quizá no sea para todos los gustos; pero Policía maniático es entretenimiento garantizado... en especial si uno anda en plan de no muy altos estándares o tiene una bolsa de frituras y no encuentra con qué acompañarla. Además, siempre es agradable recordar —o conocer por primera vez, ¿por qué no?— los tiempos en los que el mercado de video-renta dominó el mundo.


    La popularidad de la cinta por lo menos dio para que se produjeran dos secuelas: Maniac Cop 2 (Lustig, 1990), en la que el policía de ultratumba se alía con un asesino serial que depreda la zona de Times Square, y Maniac Cop 3: Badge of Silence (Lustig, 1993), en la que el policía maniático busca pareja en una agente de policía que fue brutalmente asesinada durante una operación de rescate de rehenes.
    Y desde que vi esta película por primera vez no pude dejar de pensar: ¡Ah, qué bonito es el cine! Donde un policía tiene que ser salvajemente masacrado para cobrársela con ciudadanos inocentes.

PARA LA TRIVIA: Larry Cohen y Sam Raimi son buenos amigos. De tal suerte, Raimi hace un cameo en la escena del desfile de Día de Acción de Gracias (de hecho, ayudó a filmarla), así como hay una escena en la que Mallory se encierra en una habitación con cajas de cartón en las que se lee “Westlake”, el apellido del personaje principal en Darkman: El rostro de la venganza (Raimi, 1990).


    

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