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domingo, 30 de noviembre de 2014

ALIEN CONTRA DEPREDADOR. "Quienquiera que gane, nosotros perdemos." ¡Vaya si tenían razón!


ALIEN VS DEPREDADOR
Alien vs Predator

Paul W. S. Anderson, 2004

Existen tres versiones de esta película: El corte original para cines (101 minutos), la Edición extendida (103 minutos) y la Edición sin censura (109 minutos). Además de las escenas reinsertadas y el inicio alternativo, las diferencias se explicarán más delante.

Los crossovers en el cine no son cosa nueva, como tampoco lo son las decepciones que nos brindan. Frankenstein y el Hombre lobo (Neill, 1943), King Kong vs Godzilla (Honda, 1962), o Freddy vs Jason (Yu, 2003) no han sido más que una larga serie de eventos muy anticipados y que resultan harto decepcionantes... con decir que de esta triada que recién mencioné, la película que sale mejor librada es Freddy vs Jason. Pa’l caso, creo que la más ingeniosa de estas contiendas de universos compartidos ha resultado ser Tres hombres poderosos (Uçak, 1973), título original del crossover bastardo de manufactura turca que en el resto del mundo es conocido como Santo y Capitán América contra Spider-Man.
    A mediados de los ochenta se fundó en EE.UU. una editorial independiente de cómics llamada Dark Horse Comics. Esta editorial sabía que para posicionarse en el competido mercado de la narrativa gráfica, antes de lanzar propuestas arriesgadas y novedosas, debía llenar sus alcancías con cómics meramente comerciales. De tal suerte, Dark Horse consiguió la licencia para publicar cómics basados en la exitosísima película de la Twentieth Century Fox, Aliens: El regreso (Cameron, 1986).


    Aunque los cómics eran en blanco y negro para abaratar costos de producción, el arte era de primera calidad y las historias eran profundas e interesantes. Esto le abrió las puertas a Dark Horse para adquirir otras licencias como Depredador, Terminator, RoboCop y Star Wars (estas dos últimas las tenía Marvel anteriormente).
    Sin embargo, para finales de la década, las ventas de estos cómics habían bajado, por lo que Dark Horse se vio en la necesidad de convocar a una junta emergente que generara ideas para nuevos títulos. En medio de la lluvia de ideas, Chris Warner, uno de los artistas y editores de Dark Horse en tono de broma gritó “¿Por qué no hacemos Alien contra Depredador?” Todos los miembros de la junta soltaron una sonora carcajada, que se fue acallando poco a poco mientras caían en cuenta de las ricas posibilidades de esta idea.
    La serie original de cómics de Aliens vs Predator se publicó en cuatro ediciones en 1990 y retoma elementos de las dos primeras películas de Alien, así como de la primera de Depredador mezclándolos con un toque de western.
    En este cómic se narra la historia de una colonia terraformadora, propiedad de la compañía Chigusa, instalada en el desértico planeta Ryushi. Lo que Chigusa y la dirigente de la operación local, la guapa e inteligente Machiko Noguchi, no sabían era que Ryushi tradicionalmente estaba en la lista de cotos de caza de un clan de depredadores, cuyo viaje actual ha sufrido numerosos imprevistos: Uno de los jóvenes del clan se ha rebelado contra el líder conocido como Cuerno Roto, quien termina desaparecido en Ryushi; y por otro lado, sin que los depredadores se den cuenta, el alien reina que tienen cautivo para que produzca xenomorfos que sirvan como presas de sus cacerías ha desovado un huevo de reina, que cae en Ryushi.
    Así pues el clan de Cuerno Roto, siguiendo a su nuevo líder, rompe su código de honor y comienza a cazar tanto a xenomorfos como a humanos, sin advertir que la colonia terraformadora se ha convertido en el nido de un nuevo alien reina y su colmena. Así pues, Machiko deberá aliarse con el exiliado Cuerno Roto para salvar a la gente de la colonia y restablecer el orden en el clan de depredadores.
    Esta serie de cómics fue un éxito absoluto que generó secuelas y series subsiguientes, además de que la historia fue adaptada a otros medios, como novelas y, quizá el que ayudó a difundir la franquicia en mayor medida, los videojuegos. Ante tal éxito, para 1994 la Twentieth Century Fox anunció oficialmente que produciría una película basada en los cómics lo que, por supuesto, generó una oleada de expectativa entre los fans que llegaron incluso a esparcir el rumor de que existía un ánime basado en la franquicia.


    Sea como fuere, los años pasaron y pasaron, y la idea de la película de Alien vs Depredador pareció quedarse en el tintero. No fue sino hasta diez años después cuando el director, escritor y productor Paul W.S. Anderson retomó el proyecto que alguna vez llamara la atención de Robert Rodriguez y lo materilizó.
    Y ojalá se hubiera quedado en el tintero.
    La película resultante fue una cinta de acción que sirve como precuela a Alien:El octavo pasajero (Scott, 1979) y como secuela a Depredador 2 (Hopkins, 1990). Y es interesante que ambas franquicias luego produjeron películas que sacarían a Alien Vs Depredador de su cronología. En el caso de depredador, sería Depredadores (Antal, 2010) y en el de Alien, Prometeo (Scott, 2012).
    La cinta de Anderson narra la historia de la Corporación Weyland (forma primigenia de la Corporación Weyland-Yutani de la saga de Alien), dirigida por Charles Bishop Weyland (Lance Henriksen, en su tercera interpretación del personaje, aunque en Aliens se trataba de un androide y en Alien 3 [Fincher, 1993] de un clon… dependiendo de la edición que uno viera), que organiza una expedición a la Antártida luego de recibir imágenes satelitales que informan sobre la presencia de una gran fuente de energía artificial debajo de un campamento ballenero abandonado. La expedición, liderada por  la espeleóloga —¿Se han dado cuenta de lo comunes que son los espeleólogos en las películas? En mi vida he conocido uno o a alguien que conozca a uno— Alexa Woods (Sanaa Lathan) descubre que bajo la capa de hielo de la Antártida hay una pirámide ancestral que fue utilizada por los depredadores para sus cacerías rituales de xenomorfos.


    Así pues, la expedición queda atrapada en medio de la cacería. Los cazadores, a su vez, se convierten en presas cuando los xenomorfos se salen de control. Alexa formará una alianza con el líder de los depredadores —conocido para todo fin práctico como Scar Predator, debido a la escorificación que lleva en la frente— para salir con vida de la pirámide, cuya estructura se reconfigura constantemente, y evitar que los xenomorfos lleguen a la superficie terrestre.
    Como bien puede advertirse, muchos elementos del cómic original fueron retomados para la cinta; pero son aquéllos en los que se distanció de la obra de Dark Horse en los que acabó por perder.
    Por principio de cuentas está el asunto de que esta historia tome lugar en la Tierra. Digo, sí está chida la propuesta de los depredadores como alienígenas ancestrales, que por cierto ya se había tratado en los cómics también, pero… ¿Los aliens? Quiero decir, ¿qué no Ellen Ripley y sus amigos se pasaron cuatro malditas películas tratando de evitar que los xenomorfos llegaran a la Tierra, pues con sólo uno que plantara sus patas en ella aniquilaría toda la civilización? ¿Y ahora me salen con su mamada de que los aliens siempre estuvieron aquí? ¡Por favor!


    Por otro lado, está el hecho de que la historia suceda en el presente. Aunque sí hay algunos elementos de Ciencia Ficción y montones de tomas de planos holográficos como las que siempre le han encantado a Anderson, la verdad es que el hecho de que esta historia ocurra en el 2004 le quita mucho de su encanto a los aliens.  
    Además, dicho sea de paso, los xenomorfos pierden algo en esta cinta. De algún modo, parecen haber perdido parte de su “fineza”. Por alguna razón, no sé si se deba al diseño —que es básicamente el mismo de Alien: La resurrección (Jeunuet, 1997), pero en negro y con patas plantígradas— o al guión —ciertamente no a la actuación, pues los xenomorfos son interpretados por Tom Woodruff Jr. Quien viene metiéndose en la botarga de alien desde 1986—o a la digitalización de muchas de sus escenas, pero los aliens de esta película simplemente no funcionan, se ven como lagartijas. Y ni qué decir del alien reina, quien termina pareciéndose más al T-Rex de Parque Jurásico (Spielberg, 1993) que a sus encarnaciones previas.
     El diseño que sí sufrió un cambio radical fue el de los depredadores. Si ustedes recuerdan, estos cazadores interplanetarios tienen unas mandíbulas como de jaiba enmarcando una pequeña boca que más bien parece una vulva con cinco colmillos, dos arriba y tres abajo. Pues bien, como en esta peli los depredadores iban a ser “los buenos”, el equipo de diseño buscó darles una apariencia más humana, por lo que les pusieron cuatro colmillos en el maxilar superior y ojos marrones, en contraste con los amarillos que habían tenido siempre.
     Y hablando de las cosas que faltaron en esta cinta ¿Se acuerdan de que las películas de Depredador eran extremadamente sangrientas? Las de Alien no tanto, pero ahí se iban —¿Recuerdan la escena de Alien 3 en la que a un tipo lo despedaza un ventilador gigante?— ¿Y Alien vs Depredador? ¡Nada ¡Cero! ¡No hay una maldita gota de sangre en toda la película! ¿O qué? ¿Porque están en la Antártida la sangre no fluye o cómo? Ni siquiera hay sangre en la escena en la que emerge un chestburster.


    Aunque no sé qué sea peor. Si la deliberada falta de escenas sangrientas a lo largo de la película para que ésta alcanzara la clasificación PG13 (para mayores de 13 años) o que en la Edición sin censura le hayan agregado sangre digital a las escenas. ¡Terminaron viéndose peor!
    En la Edición extendida de la cinta se le agregó un inicio alternativo y un par de escenas fueron extendidas. El inicio original de la cinta estaba más padre porque hacía una referencia a Aliens: El regreso; pero en el alternativo vemos una escena ubicada en 1904, cuando el campamento ballenero estaba operando y fue el terreno de batalla de las dos especies extraterrestres.   
    Sin embargo, en la Edición sin censura, no sólo se le agregó la sangre digital a las escenas violentas, sino que todas las escenas que Anderson y su editor sacaron del corte original fueron reinsertadas en la película. La mayoría de ellas habían quedado fuera porque tenían un tono más bien cómico, o porque de plano no funcionaban. Por ejemplo la escena en la que el Scar Predator le juega una broma a Alexa o aquélla otra en la que se explica que la cacería se salió de control porque estos depredadores no eran cazadores experimentados, sino adolescentes que cumplían con un rito de iniciación.


    Escenas más, escenas menos y con o sin sangre digital, esta película me pareció un fracaso desde la primera vez que la vi. Es entretenida, eso sí; pero no mucho más. Recuerdo que en alguna revista de cine decían que era sólo para los muy fans, lo que me hizo preguntarme ¿Por qué la opinión general es que cuando uno es fan de algo debe ser un idiota que consuma por una compulsión digna de Pac-Man todo lo relacionado con ese algo? ¿Qué no deberíamos ser los fans quienes fuéramos más exigentes con estos productos?
    A final de cuentas, me sentí muy decepcionado de que me tuvieran esperando diez años por esta tontería. Que con todo, es infinitamente superior a su secuela... 


PARA LA TRIVIA: En etapas iniciales de producción se planeaba que el actor Peter weller (Alex Murphy en RoboCop,el defensor del futuro [Verhoeven, 1988]) hiciera un cameo como John Yutani, el co-fundador de la compañía Weyland-Yutani. Weller salió del proyecto, por lo que el papel fue ofrecido a Gary Busey, quien participó como el científico que desea atrapar al depredador en Depredador 2 (Hopkins, 1990). Finalmente, el personaje de John Yutani fue sacado por completo de la película.
    Asimismo, como una especie de apuesta, Arnold Schwarzenegger se ofreció a hacer un cameo como su personaje de Depredador, el mayor Dutch Schaeffer, si perdía las elecciones de California.


sábado, 22 de noviembre de 2014

EL FANTASMA DEL PARAÍSO. El Fantasma de la Ópera se vuelve glam... Sí, más.


EL FANTASMA DEL PARAÍSO
Phantom of the Paradise

Brian De Palma, 1974

Cada que veo esta película recuerdo ese episodio de Los Simpson titulado La boda de Lisa; en la escena del futuro cuando la maestra Hoover menciona que Martin Prince murió en la explosión en la feria de ciencias y éste aparece desfigurado como el Fantasma de la Ópera tocando la versión disco, compuesta por Walter Murphy, de La quinta de Beethoven en su órgano. Básicamente, creo que eso resume esta cinta.
    Y es que el barroquismo glam que da forma a esta reinterpretación de la historia de Gaston Leroux consagraría a De Palma como un maestro del exceso que sólo podría ser superado en décadas posteriores por nuestro querido Baz Luhrman.
    La cinta narra la historia de un compositor, Winslow (William Finley), con un enorme talento pero pocas oportunidades. Winslow es descubierto con el andrógino productor musical Swan (Paul Williams), quien lo traiciona y le roba la que sería su obra maestra, la cantata Fausto (que además del Fausto de Goethe hace referencia al Frankenstein de Mary Shelley). Cuando Winslow intenta reclamar lo que es suyo, Swan lo encarcela y lo tortura. Winslow logra escapar de la prisión y regresa a la ciudad para atacar las oficinas de Death Records, la casa productora de Swan, pero sufre un terrible accidente con una prensa para imprimir discos y es dado por muerto.


    Tiempo después, Swan está por inaugurar el teatro Paradise, el más lujoso y exquisito recinto musical de la historia, y lo hará con el estreno de su cantata Fausto, protagonizada por la otrora inocente cantante Phoenix (Jessica Harper, quien sólo pudo ser considerada guapa en los setenta) de quien Winslow se enamoró pero que ahora ha sido seducida por Swan.
    Así las cosas, una serie de extraños asesinatos comienzan a ocurrir en el Paradise. Swan descubre que Winslow, ahora deforme, es quien está detrás de todo ello y lo contrata para terminar Fausto. Ahora, Winslow deberá decidir entre su honor y su integridad artística o la fama y la carrera de la mujer que ama. Además de que, en el camino, descubrirá el terrible secreto tras el enigmático origen de Swan.


    Creo que el punto de referencia más cercano para esta película sería El show de horror de Rocky (Sharman, 1975), pero sería sólo en la forma, pues ambas películas son muy diferentes. El fantasma… no es propiamente un musical, aunque sí tiene varias escenas cantadas tipo arias, y aunque sí es caricaturesca, no es una parodia, y prevalece más su sentido trágico-romántico como queriendo llegarle a un gótico-glam —¿Alguien entendió qué carajos quise decir?—.
    En un primer nivel, la película utiliza los colores saturados, las actuaciones grandilocuentes, vestuarios estrafalarios y un Fantasma que parece una pesadilla de Freddie Mercury para criticar la falsedad y vacuidad de la industria musical. A este respecto, llama la atención el personaje de Phoenix, quien representa a las artistas seducidas por la fama de a peso la docena.
    Debajo de su capa tras capa de colorido maquillaje con diamantina, la verdad es que esta obra toca un tema que es común a todos los artistas. ¿Qué tan dispuesto está uno a ceder su obra en aras del reconocimiento? Y ¿cuándo una obra deja de pertenecernos? Y realmente ¿Qué es una Obra Maestra y quién lo decide? —sí, Balzac, te estoy hablando a ti—.


    Ahora bien, algo que siempre me ha parecido curioso es que en prácticamente todas las adaptaciones cinematográficas de El fantasma de la Ópera  —excepto en la de 1925, en cuya realización participó el mismo Leroux, y en la de 1988 protagonizada por Robert Englund como El fantasma— retratan al personaje como un artista de alma torturada, un héroe romántico víctima de tanta injusticia que haría sonrojar a Wilhelm Tell.
    ¿Por qué nadie retoma el personaje original creado por Gaston Leroux? Un genio de la ingeniería, las matemáticas y la música con ambiciones megalómanas, un rostro deforme y un sádico gusto por la tortura... aunque no por eso con menos carisma.
    En contraste, en esta versión Winslow termina siendo un obrero que fabrica música empleado por su tiránico patrón Swan. Esto, aunado al tono faustiano de todo el asunto le da al show una interesante vuelta de tuerca al final.


    Y, quizá debido a los colores saturados, a los vestuarios que oscilan entre lo kitsch y el rococó, a los números musicales melosos que se reparten a lo largo de la peli, a la perturbadora apariencia de Swan o no lo sé, quizá simplemente a que todo el conjunto resulta excesivo, pero el final es algo anticlimático. Digo, para el tono que había estado teniendo toda la película hasta su desenlace, la verdad es que el enfrentamiento final entre Swan y Winslow desmerece.
    Así pues, se trata de una cinta mediana. No es la mejor de Brian de Palma ni la peor, simplemente creo que es una cinta muy producto de su época que, si bien no es mala, nunca termina de sentirse cómoda en su elemento el cual es… pues... ¡Hombre! Ahí está el detalle: Parece ser que todo el brío y entusiasmo de esta película se desgasta en la forma para crear una mezcla de géneros a la que se le ven las costuras por todas partes y no en concretar un fondo         que le de sustento a todo.


    A fin de cuentas se trata de una crítica un tanto banal y superficial de la banalidad y la superficialidad, una denuncia contra la industria discográfica que no es melodrama, ni musical, ni comedia, no farsa ni horror; es El fantasma del Paraíso.



PARA LA TRIVIA: La película originalmente iba a titularse únicamente The Phantom (El Fantasma); pero King Syndicate Features, propietarios de los derechos de la tira cómica de El fantasma, exigieron que la película tuviera un título más largo para evitar que se confundiera con su personaje.


martes, 11 de noviembre de 2014

ANNABELLE. ¡Por lo menos la de Pedrito Fernández movía los ojos!


ANNABELLE


John R. Leonetti, 2014

De las películas basadas en la mitlogía griega, y particualermente me acuerdo de Hércules (Ratner, 2014), siempre me quejo porque los mitos originales son mucho más interesantes que lo que terminamos viendo en pantalla. Lo mismo me pasó con Drácula: La historia jamás contada (Shore, 2014); si se hubieran basado en la novela de Stoker o en la vida real de Dracul Vlad II de Valaquia habrían tenido un relato bastante decente, en vez de sacarse de la manga una epopeya poco inspirada.
    Del mismo modo, si quienes hicieron Anabelle se hubieran basado en el caso real de la muñeca poseída por un demonio documentado por Ed y Lorraine Warren en la década de los setenta, tendrían una película decente y quizá hasta escalofriante en vez de esta (cito a Bart Simpson) “fábrica de bostezos”.


    En vez de eso, la película cuenta la historia del matrimonio integrado por Mia (Annabelle Wallis, nótese la referencia que hace el nombre del personaje a la actriz Mia Farrow, protagonista de El bebé de Rosemary [Polanski, 1968]) y John Gordon (Ward Horton) quienes esperan un nuevo bebé. Como regalo, John le compra a Mia, quien colecciona muñecas, la pieza que faltaba en su colección: la muñeca Annabelle (bueno, en esta parte de la peli aún no lleva ese nombre). Pero una noche, una pareja de satanistas a la Manson irrumpe en la casa de los Gordon resultando en que la muñeca quede maldita por un demonio que perseguirá al matrimonio adonde sea para apoderarse del alma de su hijo (recién nacido para la segunda mitad de la peli).
    La premisa de esta cinta es clara como el agua: Aprovecharse del éxito de El conjuro (Wan, 2013) antes de que se enfríe y mantener cautivo al público en lo que James Wan termina El conjuro 2 (ya anunciada, no se preocupen). Me recordó por momentos a esas películas de Monstruos de la Universal que eran secuelas de los grandes clásicos, pero que estaban hechas al vapor una tras otra para vender boletos y llegaron a tener poca coherencia. Finalmente, esta tendencia mató a los Monstruos de Universal… y a las películas slasher en los ochenta ¿Recuerdan la interminable retahíla de secuelas de Viernes 13?


    Ahora bien, en realidad esta película no es una secuela, sino que mezcla lo que sería una precuela con lo que se conoce como Spin-Off: una obra que retoma un elemento o personaje de otra y plantea una historia a partir de él. Como lo fue en la Inglaterra victoriana la obra de teatro de Sweeney Todd o en la TV la serie dedicada a Fraisier (1993-2004), quien fue originalmente un personaje secundario de la serie Cheers (1982-1993).
    En los últimos años, muchos Spin-Offs han resultado ser muy exitosos, como Joey (2004-2006), spin-off de Friends (1994-2004), o Cleveland Show (2009-2013), spin-off de Padre de familia... No, no es cierto, son una mierda; al igual que lo es Annabelle y enseguida explico por qué.
    Por principio de cuentas, cuando hablé sobre El conjuro mencioné que era una película que si bien se basaba en un casos real, también se nutría de referencias a muchas otras películas, siendo la principal de ellas El horror de Amityville (Rosenberg, 1979, basada también en un caso documentado por los Warren). Esto le daba un feeling especial a la película.
    Con Annabelle, quisieron imitar esta estrategia, pero de forma mucho más torpe, haciendo muchas referencias a El bebé de Rosemary (los vestidos de embarazada de Mia son todos réplica de los usados por la Farrow en la peli de Polanski) y el demonio que la acosa durante toda la segunda mitad de la peli (que en el caso de El bebé… sólo aparece en la edición extendida, quizá porque Polanski consideró que se veía chafa.


    Hay además un par de referencias a Chucky, el muñeco diabólico (Holland, 1988) como el gran anuncio que se ve en la calle que dice “Barclay”, pues éste era el apellido de la familia atacada por el muñeco.
    En general, toda la película es una especie de coito interrumpido que resulta insufrible. A lo largo de su hora y media de duración ocurren diversos eventos sobrenaturales que pretenden espantar al público, pero que fallan en un elemento fundamental: por alguna razón, en ningún momento uno siente que Mia se encuentre realmente en peligro.
    Así pues, uno espera que estas calamidades se vayan sucediendo en un crescendo que culmine con una escena climática con derroche de efectos especiales, pues éste sería el orden natural de una cinta de terror con una narrativa lineal. Pero esto nunca ocurre. El “clímax” es tan anodino y en algunas ocasiones los siniestros acaecidos a Mia son tan bobos que al final me recordaron más, ellos y el demonio que posee a Annabelle, al diablito que salía en los programas de televisión de Eugenio Derbez.


    ¡Ah, claro! por no mencionar dos cosas: Primera, el subtexto claramente racista —y más allá del racismo, el hecho de devaluar a una mujer que no es madre ante otra que sí lo es— de su “escena climática” y que todo el asunto de la negra con conocimientos de ocultismo no pudo dejar de recordarme a Ghost: La sombra del amor (Zucker, 1990).
    Y en segundo lugar, el otro gran fallo de la cinta Annabelle es que, bueno, como a la mitad se les olvida que se trata de Annabelle. Realmente el tiempo en pantalla de la muñeca poseída es muy breve y, la verdad, la verdad, es poco relevante. En verdad me hubiera gustado ver más acción de su parte, quizá no al nivel del mencionado Chucky, pero la muñeca Annabelle de la vida real —que por cierto es una muñeca de trapo y no de porcelana— sí se movía sola, sangraba por la boca, caminaba e incluso dicen que llegó a intentar estrangular al novio de su dueña... ¡Hasta en Vacaciones de terror (Cardona, 1989)  la muñeca por lo menos movía los ojos!
    Mención aparte merecen el montón de anacronismos presentes en la película. Si van a recrear una época, que lo hagan bien; porque, me disculpan, pero en 1969 no había televisores a color ni el suero de hospital venía en bolsitas de plástico. Y mucho menos había máquinas de ultrasonido.


    A final de cuentas, la oportunista cinta Annabelle termina convirtiéndose en aburrimiento garantizado que sólo nos hace esperar con renovadas ansias el estreno de El Conjuro 2... ¡Oh, vaya! Entonces creo que cumplió con su función.

PARA LA TRIVIA: El director de esta película fue también el encargado de la fotografía en Chucky, el muñeco diabólico 3 (Bender, 1991).



    

viernes, 7 de noviembre de 2014

LA SAGA DE FREDDY PARTE III. Especial de Halloween 2014

LA SAGA DE FREDDY PARTE III: La venganza del Cinéfilo Incurable.

La última película de la saga original de Pesadilla en la calle del Infierno fue una especie de tiro de gracia. No un broche de oro para cerrar una saga, sino más bien una estaca en el corazón para que no se volviera a levantar nunca más. Y sin embargo, lo hizo.
    Aun después de que Freddy Krueger había muerto oficialmente, la serie todavía se aventó un spin-off y un remake... que se rumora que tendrá una secuela próximamente. ¿Será éste el inicio de una nueva Saga de Freddy?



LA MUERTE DE FREDDY: LA PESADILLA FINAL
Freddy’s Dead: The Final Nightmare
Rachel Talalay, 1991

Aunque la quinta parte de la saga no superó en taquilla a su predecesora, las ganancias que generó fueron suficientes como para que Robert Shaye decidiera filmar una nueva entrega. Esta vez, se trataría de la conclusión de toda la franquicia.
    Para ello, los productores se pusieron guapos y echaron toda la carne al asador tomando como pilares del proyecto dos cosas que ya para esta época estaban bastante pasadas de moda: El cine en 3D y las películas de Pesadilla en la calle del Infierno.
    Esta cinta se ubica en un futuro no muy lejano (2001) en el que todos los niños y jóvenes de Springwood, el pueblo atacado en las primeras películas de la saga, han muerto víctimas de Freddy Krueger (Englund en su penúltima encarnación del personaje). De tal suerte, Freddy utiliza a Maggie Burroughs (Lisa Zane), la trabajadora social de un reformatorio para que, a través de un chico perturbado que logró escapar de Springwood, le ayude a salir del pueblo y conseguir nuevas víctimas. Por supuesto, Maggie se dará cuenta de los planes de Krueger y tratará de impedirlo.
    Por cierto, Maggie no lo sabe, pero ella es en realidad la hija perdida de Krueger —de quien nadie sabíamos nada y jamás se había hecho mención antes—.


    Las últimas entregas de franquicias slasher que se han alargado demasiado suelen sacarse de la manga elementos babosos como un origen sobrenatural —como Michael Myers que resultó ser una especie deAnticristo “creado” por una secta de brujos, o como Jason que ya había muerto en la cuarta película, pero que posee a una de sus víctimas en la quinta parte— o parientes más fuera de lugar que los tíos de Samantha (Elizabeth Montgomery) en Hechizada (1964-1972).
    Así pues, el recurso de último minuto de la hija nunca antes mencionada de Freddy resulta inverosímil y bastante burdo... Como resulta siendo toda esta película, ahora que lo pienso.


    Esta cinta es la primera en la que se nos presenta el origen de los poderes de Fred Krueger: En un flashback en glorioso 3D verde y rojo se muestra la escena en la que el asesino serial es sitiado en su casa y quemado vivo por los vecinos de la calle Elm y cómo, para consumar su venganza, Krueger hace un pacto con los antiguos demonios (sumerios, creo) de las pesadillas, quienes lo nombran su emisario.
    Fuera de ese otro recurso de último momento, la peli tiene pocos puntos sobresalientes, además de que toda ella está bastante mal actuada —Lisa Zane es terrible—. Llama la atención la participación como personaje secundario de Yaphet Kotto, a quien quizá recuerden por su papel de Parker en Alien:El octavo pasajero (Scott, 1979).


    Y quizá lo que más me ha llamado la atención de esta cinta desde que la vi por primera vez, y que se quedó marcado con tinta indeleble en mi memoria, es la escena de la muerte de Spencer (Breckin Meyer) quien, después de fumar marihuana, sueña que es un personaje de videojuego en una de las secuencias más lamentables de toda la saga.
    Es curioso que esta película desde su concepción fue planeada como una comedia y quizá por eso los realizadores vieron justificados los cameos de Tom Arnold, Roseanne Barr, Alice Cooper (¿Quién más podría ser el padre de Freddy?) y Johnny Depp... Pero no son graciosos.


SPOLIER: Por cierto que en esta película, el ingenioso plan de Maggie para derrotar a Krueger es traerlo al mundo real y ahí atacarlo, pero… ¿No fue ése el plan de Nancy Thompson en la primera película? ¿No vieron lo “bien” que resultó la primera vez?

PARA LA TRIVIA: Las secuencias en 3D que aparecen en la película fueron filmadas en este formato de origen; sin embargo, para prácticamente todas las versiones de la cinta en formato casero el efecto fue removido y se convirtió a formato estándar. Excepciones fueron la versión para renta en VHS que se distribuyó en el Reino Unido, la edición en Laserdisc y la edición especial que se incluyó en la Nightmare on Elm Street Collection para DVD. Estas dos últimas ediciones incluían la peli en formatos 3D y 2D.

PARA LA TRIVIA GEEK: Una vez que la directora desechó el primer borrador del guión, Peter Jackson fue contratado para escribir una segunda versión. En su tratamiento, Freddy había envejecido dentro del mundo de los sueños, por lo que buscaba nuevas víctimas para robarles su energía vital. Los adolescentes de Springwood usarían poderosas drogas inductoras del sueño para entrar a dicho mundo y enfrentarse a Freddy.




LA ÚLTIMA PESADILLA
Oficialmente llamada New Nightmare, popularmente es conocida como Wes Craven’s New Nightmare.
Wes Craven, 1994

Como una especie de homenaje por el décimo aniversario del estreno de la película original, y a pesar de que la sexta película marcaba el final definitivo de la saga, Craven quiso regresar a la silla de director en este proyecto que, más que una secuela, es una reinterpretación de la figura de Fred Krueger en una propuesta metafílmica.
    Una década después de su participación en la cinta que inauguró la franquicia de Pesadilla en la calle del Infierno, la actriz Heather Langenkamp (interpretándose a sí misma) empieza a ser hostigada por un misterioso acosador cuya voz suena idéntica a la de Fred Krueger. La sanidad mental de Langenkamp se encuentra pendiendo de un hilo y en sus sueños comienza a aparecer una nueva versión de Krueger: Más malvada, terrible e implacable que comienza a asesinar a las personas cercanas a la actriz, interesándose particularmente en su pequeño hijo. Pronto, a través de revivir su personaje de Nancy Thompson, Langenkamp descubrirá que éste no es el Fred Krueger que todos conocemos y amamos, sino una fuerza demoniaca primigenia que ha escogido al icono de la pantalla de plata como avatar para materializarse en nuestro mundo.


    Me atrevo a decir que si alguna película de Pesadilla… en algún momento logró igualar a la primera en calidad, seguramente fue ésta. Craven logra retomar los elementos que originalmente construyeron la franquicia y reconfigurarlos en esta “variación sobre el mismo tema” para crear una cinta que se siente novedosa pero familiar a la vez.
    La génesis del proyecto vino cuando Craven quiso hacer esta película por el décimo aniversario de la original. Según lo comentó en algún momento, se puso a ver toda la saga de Pesadilla… y después de mucha deliberación, llegó a la conclusión de que era imposible seguir esa línea argumental, así que decidió enchular el guión que había escrito originalmente para Pesadillaen la calle del Infierno 3: Guerreros de sueños (Russell, 1987) y que fue rechazado por la compañía productora.


    Craven además incorporó a su guión un hecho de la vida real. Heather Langenkamp sí fue acosada por un admirador desequilibrado que la llamaba por teléfono a su casa, lo que le generó un alto nivel de stress. La actriz llamó a Craven, con quien mantuvo una estrecha amistad después de la filmación de la Pesadilla… original, para contarle lo sucedido. Pocos días después, el director le mostró a Langenkamp el guión de la película, en el cual había integrado la experiencia con el stalker.
    El avatar Fred Krueger en esta película se ve mucho más amenazador y más maligno. Embozado en una gabardina negra y usando un sweater de colores más estridentes que el original (que era rojo y verde olivo, esta nueva versión es violeta y verde limón), el diseño de este nuevo Krueger incluye una garra que nace de sus dedos —como en Pesadilla... 2 (Sholder, 1985), pero bien hecha— y un maquillaje con facciones más afiladas. Esta imagen se supone que es mucho más cercana a la concepción original del personaje que tuvo Craven una década antes.


    Por cierto que, a pesar de que esta fue la última ocasión en la que Robert Englund interpretó al asesino del sweater rayado —o bueno, a una manifestación demoníaca con dicha forma— en los créditos finales aparece “Fred Krueger como él mismo”.
    En general esta entrega es muy interesante y redime a la saga del mal sabor de boca que nos dejaron las películas anteriores. Está repleta de referencias a las demás películas de Freddy (particularmente a la primera trilogía) y resulta interesante ver a Langenkamp, Englund y Craven interpretarse a sí mismos.
    Y es precisamente en este juego del metacine en el que esta cinta tiene su mayor fortaleza, una que me parece que la pone a la altura de la primera parte y hace que, ya vista a veinte años de distancia, se pueda entender La última pesadilla como un preludio a Scream: grita antes de morir (Craven, 1996); la siguiente saga de Craven que lo pondría de nuevo en un sitio de honor en el Salón de la Fama del Horror.

PARA LA TRIVIA: Craven tenía la intención de pedirle a Johnny Depp que hiciera un cameo en la película (específicamente para la escena del funeral) pero, por pena, nunca se atrevió a hacerlo. Después de que la película se estrenó, ambos artistas retomaron el contacto y Craven le preguntó a Depp si hubiera aparecido en la cinta a lo que Johnny le contestó que le hubiera encantado, pero que nunca se lo pidió.



PESADILLA EN LA CALLE ELM
A Nightmare on Elm Street
Samuel Bayer, 2010

Durante varios años el rumor sobre un remake de la primera parte de la saga rondó en el aire como un presagio ominoso. Y vuelvo a citar al director John Waters cuando dijo que “¿Por qué hacen refritos de las buenas películas? Deberían volver a hacer las malas a ver si ahora sí les salen bien” pues eso se aplica perfectamente a esta cinta.
    La crisis que vive la industria cinematográfica en EE.UU. en la actualidad es el resultado de una serie de factores entre los que se encuentran la recesión económica de dicho país, la desaparición del mercado casero en formato físico y otras tantas cuyo análisis dejo para mejor ocasión. Sin embargo, de todos estos factores me interesa destacar uno en particular por ser el más frívolo, el que más estrechamente relacionado está con el público estadounidense y el que dio origen a esta película: La Alta Definición.


    La principal queja del público joven al ver las cintas clásicas es “¿Por qué se ven tan mal?”. Por lo que esa sarta de sinvergüenzas llamados productores de Hollywood vieron la oportunidad de venderles la misma gata pero revolcada: Nuevas versiones de las películas clásicas de Hollywood, pero ahora grabadas desde su origen en HD.
    Muchas de estas nuevas películas no aportan absolutamente nada a los conceptos originales y se limitan a ser prácticamente copias al carbón... Pero en Alta Definición. Pesadilla en la calle Elm es uno de esos casos. En otros casos, como el de Invasión de los usurpadores decuerpos, la historia ya lleva cuatro versiones diferentes y, aunque la última versión es inmunda, todavía se le pueden dar giros interesantes a la historia. El remake de El día en que paralizaron la Tierra (Wise, 1951, remake de Derrickson, 2008) es insufrible, pero por lo menos se atrevieron a llevar la película en una dirección diferente.


    Sin embargo, en el caso de Pesadilla… no fue así. Prácticamente toda la cinta es una calca de la original, pero con efectos digitales y filtros de ésos que se usan ahora en las pelis de terror para que dé la impresión de que todo está sucio. ¡Ah, y por supuesto! Sin Robert Englund.
    En el papel de Freddy Krueger tenemos al genial Jackie Earle Haley quien parece no cansarse de su papel de “ese pequeño cabrón” que tan bien le salió en Watchmen: los vigilantes (Snyder, 2009) y que tanto los productores como él parecen empecinados en que no abandone nunca.
    Por el otro lado, el papel de Nancy —ahora de apellido— Holbrook  es ahora interpretado por la guapa Rooney Mara, a quien tal vez recuerden como Lisbeth Salander en La chica del dragón tatuado (Fincher, 2011), y quien saltó a la fama gracias a su interpretación en Pesadilla...


    Creo que el único elemento sustancialmente diferente de esta cinta es que, en su afán de mostrar escenas más crudas y violentas que la original, resulta mucho más “barata”. Me refiero a que muchos elementos que en la versión de 1984 eran dejados a la imaginación del espectador, en ésta se muestran con lujo de detalle, como el asesinato de Krueger después de que fue declarado inocente por el cargo de abuso de menores gracias a un tecnicismo (esta escena en la saga original se mostró hasta La muerte de Freddy) o como el hecho mismo de que Fred Krueger haya sido un asesino pedófilo.
    En esta versión, los chicos de la calle Elm descubren la guarida donde Fred, el conserje de la escuela, los llevaba para torturarlos y violarlos, además de su colección particular de fotografías.
    Fuera de eso, la película es prácticamente igual pues incluso recrea las escenas icónicas de la película clásica, como el asesinato de Kris (Katie Cassidy)—Tina (Amanda Wyss) en la original— o las escaleras que se licuan. Y como diría Smithers “¡Pero el sombrero es nuevo!”


    Y, tan acostumbrado como estoy al característico perfil de la nariz de Englund, no puedo dejar de pensar que el Fred Krueger de Haley se ve “chato”.

PARA LA TRIVIA: Originalmente en 1983, fue Haley quien audicionó para Pesadilla en la calle del Infierno y fue acompañado a la audición por su amigo Johnny Depp. Haley, quien en ese entonces sólo había hecho un par de series de TV (incluida una aparición como personaje secundario en la serie El planeta de lossimios [1974]), fue rechazado para el papel del novio de Nancy Thompson a favor de Depp.


PARA LA TRIVIA DE TODA LA SAGA:
1.- El sweater de Freddy lleva líneas horizontales de color rojo escarlata y verde olivo porque, según leyó Craven en un artículo, estudios psicológicos encontraron que son los dos colores que al cerebro le cuesta más trabajo ver juntos. Esto le daría a Krueger un aspecto irreal.

2.- Pesadilla en la calle del Infierno 2: la venganza de Freddy (Sholder, 1985) es la única película de la saga cuyo protagonista es un hombre.

3.- El sweater de Freddy fue tejido a mano por Judy Graham, la misma vestuarista a quien se le pidió que tejiera un nuevo sweater para la versión de 2010.

4.- Robert Englund hizo audición para el papel de uno de los adolescentes en Apocalipsis (Coppola, 1979), pero le dijeron que era demasiado viejo para el papel; sin embargo, el director de esta película, Francis Ford Coppola tenía un amigo, George Lucas, que estaba haciendo audiciones para una cinta de ciencia ficción llamada Star Wars. Englund audicionó para el papel de Han Solo, pero le dijeron que era demasiado joven, así que probó con el protagónico, Luke Skywalker, sin éxito. Cuando Englund regresó a casa, le comentó de las audiciones a un joven amigo actor  de TV, prácticamente desconocido en ese entonces, que vivía con Englund por falta de dinero llamado Mark Hamill.

5.- La última pesadilla (Craven, 1994) es la única película de la saga cuyos créditos finales son acompañados de música instrumental en vez de una canción.

6.- El videojuego A Nightmare on Elm Street, para el Nintendo Entertainment System, fue desarrollado por Rare y distribuido por la extinta LJN en 1989. Aunque no está basado en ninguna película de la franquicia en particular, retoma elementos de la tercera y cuarta cintas, y en general es espantoso. El mismo game engine utilizado para este juego fue reciclado por LJN para el también espantoso videojuego de la misma consola basado en Beetlejuice (Burton, 1988; videojuego de 1991).

7.- Robert Englund dio su bendición a Jackie Earle Haley cuando éste le comentó que interpretaría a Krueger en el remake de Pesadilla... Por el contrario, Wes Craven ha hablado en contra de la cinta en varias ocasiones.

8.- Wes Craven y Sam Raimi, director de películas como la trilogía de El despertar del Diablo (1981-1992) y la trilogía de Spider-Man (2002-2007), mantienen una relación de jovial camaradería bromista y siempre están haciendo referencias el uno al otro en sus películas: En El despertar del Diablo (Raimi, 1981) puede verse pegado en una de las paredes un póster de La colina de los ojos malditos (Craven, 1977), en Pesadilla en la calle del Infierno (Craven, 1984) Nancy (Heather Langenkamp) se mantiene despierta viendo El despertar del Diablo en televisión y en El despertar del Diablo II (Raimi, 1987) el guante de Freddy Krueger puede verse colgando de la pared del cobertizo de herramientas. Este guante, de hecho, fue robado por Raimi (aunque el director lo sustrajo a escondidas de la bodega de utilería como una broma, lo devolvió después) de la producción de Pesadilla… 3, pues ambas películas se filmaban al mismo tiempo.