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martes, 30 de septiembre de 2014

SONÁMBULOS. Bueno, si alguien tiene trastornos del sueño, esta película bien podría ser la solución...


SONÁMBULOS
Que cuando la transmitían en Canal 5 la titulaban Los mutantes y en video se llamaba La maldición de los sonámbulos; pero cuyo título original en inglés es Sleepwalkers.


Mick Garris, 1992

El cineasta californiano Michael Alan Garris, mejor conocido como Mick Garris, es uno de esos personajes de la industria hollywoodense que a uno le resulta difícil ubicar; pero que sin embargo siempre ha estado ahí. Me refiero a que es una de esos artistas de los que uno revisa su filmografía y no puede evitar exclamar “¿A poco es de él?”. Empero, el estilo de este Maestro del Horror es plenamente identificable en guiones como el de La Mosca 2 (Walas,1989) o en la dirección de Critters 2 (1988) o, la que a mi gusto ha sido su obra maestra, la serie de televisión La mujer lobo de Londres (1990-1991).
    Por desgracia, el sello autoral que separa a Garris de simples maquiladores como Robert Zemeckis o Ron Howard no logra sacar a flote este barco que parece haber sido construido con hoyos por todo el casco desde el momento mismo de su concepción.


    Por principio de cuentas, hay que mencionar el Factor King. Muchos autores llegan a cierta etapa en sus carreras en la cual pueden vender cualquiera de sus obras simplemente utilizando sus nombres. El caso con Stephen King es que llegó a este punto demasiado rápido, tanto que resultó contraproducente.[1]
    Así pues, a pesar de lo que sugiere el poster, esta cinta no está basada en ninguna novela de Stephen King. El escritor nativo de Maine desarrolló el argumento de Los sonámbulos, pero le vio pocas posibilidades narrativas como novela y lo abandonó. Poco después, retomó el escrito y lo convirtió en un guión cinematográfico. Finalmente, todos los elementos se conjuntaron en una película cuyo único mérito es ser un enorme e injustificado “Easter Egg” para los fobocinéfilos.
    El argumento cuenta la historia de Charles Brady y su madre Mary, quienes acaban de mudarse al típico pueblito kingiano que ahora resulta estar situado en California, como para variar las cosas. Los incestuosos Brady son en realidad la última pareja de Sonámbulos, seres ancestrales mitad felino, mitad humano que se mantienen vivos eternamente robando la energía vital de jóvenes muchachas vírgenes —¿Qué tendrá King con los gatos como ladrones de energía? ¿Recuerdan que en la película El ojo del gato (Teague, 1985) también maneja este concepto?—. Charles ha puesto los ojos en su nueva víctima, la inocente Tanya Robertson (la guapa Mädchen Amick, cuyo trabajo es mejor recordado como actriz televisiva) con el único inconveniente de que corre el riesgo de enamorarse de ella. ¡Ah, por cierto! Los Sonámbulos son indestructibles, sólo vulnerables al ataque de sus acérrimos enemigos ancestrales: los gatos domésticos.  


    No sé por qué Jim Whaley de Cinema Showcase, cuya crítica citaron en la portada del DVD, se refiere a esta película como “aterradora”. Es “terrible”, eso no lo dudo, pero no recuerdo un solo minuto de ella que me hay provocado algo parecido al terror. En un par de escenas me reí como energúmeno, no lo niego; pero por lo demás recuerdo que la vi por primera vez cuando tenía diez años y desde entonces me pareció sosa y sin chiste.
    Sin embargo, mi percepción de ella ha cambiado con el pasar del tiempo. Ahora me parece hilarante.
    Sobre todo recuerdo esa escena casi al final de la película cuando Mary, la madre sonámbula, secuestra a Tanya, mata a varios policías y se hace con el revólver de uno de ellos para luego dispararlo en contra de un par de patrullas ¡que vuelan por los aires en medio de enormes bolas de fuego! ¿Qué tenían las balas de ese revólver? ¿Napalm?
    O justo antes de esa escena, cuando Tanya se está dando un baño en la tina y se niega a salir hasta que llegue el sheriff del pueblo llegue con el gato de la policía… ¿Es el único puto gato en el pueblo? ¿No pudo abrir una lata de Whiskas en su puerta? ¿Por qué un patrullero tiene un gato mascota al que lleva en sus misiones?


    Los sonámbulos resultan personajes bastante simplones y desabridos, excepto por Charley cuando está a medio transformar, que goza de un humor negro y rapaz perfectamente copiado del Freddy Krueger de las últimas tres entregas de la saga original de Pesadilla en la calle del Infierno (1984-1991), en las que parecía que debía forzosamente terminar cada frase con la palabra “bitch!”.
    Las creaturas que dan título a la cinta cuando están completamente transformadas son increíblemente poco convincentes. Es de verdad triste —o my cómico, depende de qué ángulo se le vea— cuando en una película de monstruos el monstruo principal no funciona. En el caso de esta cinta, los monstruos parecen fetos de gato con escamas y durante todo el tiempo sufren del terrible efecto “Guy in a rubber suit” (incluso se veque a los actores les resultaba difícil caminar con las máscaras tan pesadas que llevaban).
    Ahora, debo confesar que la razón por la que sentí ganas de volver a ver esta peli, fue porque precisamente en la revista HorrorHound mencionaron que era una especie de travesurilla para los fans del cine de horror debido a la cantidad enorme de cameos que había en ella. Por supuesto, cuando estaba en cuarto o quinto de primaria y vi esta madre, los pasé todos por alto; pero ahora sí puedo mencionar que el principal —y quizá único— atractivo de esta película es el contar con todo un desfile de celebridades.


    Ahora sí puedo decir con conocimiento de causa que en esta película vi cameos de Tobe Hooper como un forense de campo, John Landis, Clive Barker y Joe Dante como laboratoristas forenses, Mark Hamill como un oficial de policía y el mismísimo Stephen King como el cuidador de un antiguo cementerio.
    Así pues, el resultado final es una película bastante inconsistente. Con momentos de horror que más bien dan risa, momentos de acción que son mucho más hilarantes y momentos cómicos que la verdad dan un poco de pena.
    También es interesante ver cómo han envejecido los efectos especiales que en aquélla época eran lo último de lo último. Hay varias escenas en las que se hacen “morphings” con animación por computadora, que en aquel entonces eran efectos de última generación y hoy día los puedes hacer en tu teléfono celular.


    Suelo decir que las películas basadas en novelas de King, por muy malas que sean, son mejores que los libros; pero es que en este caso ni a libro llegó. Y El cazador de sueños es inmunda con o sin libro (Kasdam, 2003). Como sea, Sonámbulos es un caso triste de una idea que quizá, tal vez quizá, pudo funcionar... Finalmente es un fusil de la primera parte de Beowulf pero con creaturas-como-vampiros y un toque de La marca de la pantera (1942). Eso sí, la película no es un completo desperdicio porque salen muchos gatos, incluido uno de esos simpatiquísimos gatos gordos casi al final.

PARA LA TRIVIA: Esta es la primera película reseñada por el Cinéfilo Incurable que no tiene ningún “Fun Fact” digno de mencionarse.   




[1] Como anécdota curiosa mencionaré que desde finales de los setenta y hasta mediados de los ochenta, King publicó varias novelas bajo el pseudónimo de Richard Bachman; esto lo hizo por consejo de su agente, quien notó una baja en la venta de los libros de King porque estaba saturando el mercado.



lunes, 22 de septiembre de 2014

LA HORA DEL VAMPIRO. ¡Basada en la novela de Stephen King ambientada en Maine!


LA HORA DEL VAMPIRO
Conocida inicialmente en España como Phantasma II, esperando hacerla pasar por una secuela de la peli de Don Coscarelli; sin embargo después le cambiaron el título por El misterio de Salem’s Lot. Originalmente en inglés conserva el título de la novela, Salem´s Lot.

Tobe Hooper, 1979

Existen básicamente tres versiones de esta película: La versión original como miniserie para TV, que dura 112 minutos, la edición estrenada en cine (que fue la que después se distribuyó en video) con 107 minutos de duración y la edición en DVD que, por fin, trae la película completa de 183 minutos.

Recuerdo que cuando estaba en la prepa tuve un profesor de Ética... que muy rara vez nos dio una clase de Ética, y que más bien se la pasaba contándonos novelas de Stephen King. Al día de hoy he de concederle que  algunas de sus recomendaciones literarias no fueron tan desatinadas.
    No soy en absoluto seguidor de Stephen King. Antes por el contrario, me parece incluso inferior a otros autores de literatura de aeropuerto como Michael Crichton; pero el señor vende y vende bien. Siempre me ha parecido que suele tener muy buenos planteamientos y sus novelas gozan de trescientas primeras páginas geniales que culminan en las últimas cien páginas (o a veces más) que se resultan ser una vacilada.
    Sin embargo, si algo le debo reconocer a King, y en esto me quito el sombrero ante el hombre, es su narrativa. King sabe cómo escribir con un ritmo tan genial que engancha al lector y no lo suelta hasta que uno termina el maldito libro. Vamos, el hombre tiene talento para contar como nuevos los mismos argumentos que ya nos habían contado La dimensión desconocida (1959-1964) y Galería nocturna (1969-1973).


    Siendo la segunda novela de King, ‘Salem’s Lot es diferente al resto de sus libros, aunque la mayoría de los así llamados “clichés kingianos” ya se encuentran presentes: Un pueblito perdido en las carreteras de Maine, un escritor con bloqueo creativo, una mujer abusada por su esposo alcohólico y un montón de niños bullies y bulleados que parecen ser cien veces más inteligentes que los adultos del pueblo... entre otros. Aun así, la novela es bastante disfrutable si bien aporta poco a la literatura vampírica como tal.
    Cuando se inició el proyecto, esta película iba a ser dirigida por el gurú del horror, George A. Romero. Sin embargo, los estrenos en cines de la versión de John Bandham de Dracula (1979) y de la versión de Werner Herzog de Nosferatu (1979) hicieron que los productores reconsideraran la apuesta y convirtieran el proyecto en una miniserie para televisión. Por esta razón Romero abandonó la película y fue sustituido por el director de La masacrede Texas (Hooper, 1974).
    La película fue retoma casi literalmente el texto de King, excepto porque resume eventos, elimina algunos, elimina personajes secundarios y a otros los fusiona; pero en realidad no hay cambios sobresalientes.


    Así pues, la cinta cuenta la historia de Ben Mears (David Soul), un novelista de poco éxito que regresa a su pueblo natal de Salem’s Lot para investigar la Mansión Marsten, una supuesta casa embrujada en las afueras del pueblo que lo ha aterrado desde niño y que pretende que sea la inspiración para su nuevo libro. Al llegar al lugar, se entera de que la casa ya ha sido comprada por el misterioso Richard Straker (James Mason) quien, junto con su socio Kurt Barlow (Reggie Nalder), a quien nadie ha visto jamás, se dedica a la compraventa de antigüedades. Mears inicia un romance con la joven Susan Norton (Bonnie Bedelia) y todo parece salirle bien... excepto porque una serie de desapariciones y extraños decesos se extiende sobre el pueblo. Pronto, los muertos comienzan a aparecérseles a sus seres queridos para chuparles la sangre y sólo Mears y un puñado de personas que incluyen a un chavito fan de las películas de terror y al profesor de literatura de la prepa local, se dan cuenta de lo que está sucediendo en Salem´s Lot.
          Como dije arriba, esta película y la novela en la que está basada no aportan mucho al género. En realidad es más notable como un bien logrado conjunto de influencias que como algo original. Lo que sí está padre, y ése es mérito de King porque viene desde la novela, es la mezcla que logra hacer de la figura del vampiro romántico a la Polidori con la concepción anterior de estas creaturas, como espectros causantes de la peste.


    Ahora bien, en cuanto a la figura del vampiro como tal, es muy diferente en la cinta y la novela. Mientras en el libro Barlow es una especie de aristócrata europeo de cabello relamido e impecable y elegante traje negro muy a la Lugosi, en la película lo muestran como un ser completamente espectral calvo, de garras retorcidas e incisivos afilados, más acorde con la imagen del conde Orlock de Nosferatu (Murnau, 1922). Por cierto, es muy interesante que en la novela el vampiro se chorea a la gente para que se acerque a él, mientras en la película no habla, sólo gime y sisea.
    De hecho, creo que algunos de los pasajes del libro que más disfruté fueron precisamente las escenas en las que Barlow seducía a sus víctimas.
    Aunque la primera parte de la película es prácticamente una ilustración de la novela, algunos eventos se dejaron fuera. En la novela, gran parte de la narración se va en los ataques de Barlow a los habitantes del pueblo, que son pasajes bastante descriptivos; empero, en la película éstos son fugaces y Barlow es presentado de repente en vez de poco a poco. He de decir que la aparición de este personaje en la película sí es muy efectiva (quizá porque se avientan a uno a la cara de repente).
    La segunda parte sí tiene bastantes cambios con respecto al texto, particularmente en cuanto al personaje de Susan Norton. Me gusta la resolución que le dan al final, en la que se nota una marcada influencia de las películas de vampiros de la Hammer.


    En general las actuaciones de todos son buenas, creo que nada sobresaliente, pero cumplen con su objetivo. Me gustó la interpretación de Lance Kerwin como Mark Petrie. Y ya, diré la misma pendejada que digo siempre que primero leo el libro y luego veo la película, pero que estoy seguro no soy el único en hacerlo: Cuando leí la novela me imaginé diferentes a los personajes.
    Los efectos especiales cumplen con la norma mínima de calidad y me encantó el maquillaje de los vampiros. Esos pupilentes reflejantes son escalofriantes. Reggie Nalder comentó alguna vez en una entrevista que el maquillaje que usó en esta cinta era sumamente incómodo; los pupilentes le lastimaban y el maquillaje de la cara se craquelaba por lo denso que era, por lo que constantemente había que estarlo retocando entre toma y toma —de hecho, sí se llegan a notar las cuarteaduras en el rostro de Barlow, pero hasta parecen parte del diseño del personaje—.
    Lo que sí no puedo dejar de hacer notar es el error de maquillista principiante que se ve en varias escenas, en el que se les olvidó maquillarles las orejas a los actores, o el cuello o las palmas de las manos. Además de eso, hay varias tomas donde se ve la grúa en la que montaron a los vampiros para que “flotaran”.


    También los planos detalle en los que se muestran los frascos de agua bendita brillando con un fulgor azul ante la presencia de un vampiro —muy a la El Hobbit— se ven bastante chafonas.
    Aun con sus fallas, la películaes muy entretenida y sí saca un par de sustos. Y si bien no aporta realmente nada al género vampírico, sí es un juego interesante con las “reglas” de dicho universo, además de que la figura de Barlow se ha convertido en una imagen de culto entre los fobocinéfilos de hueso colorado.
    En 1987 apareció una secuela de esta peli, Regreso a Salem’s Lot, dirigida por el muy disparejo director de horror Larry Cohen. En esta peli un antropólogo y su hijo visitan el pueblo, ahora habitado por vampiros, quienes le piden al antropólogo que les escriba una Biblia sobre la cual basar una nueva sociedad. Pura basura que sólo buscaba  aprovecharse de la ya en decadencia popularidad de las películas de miedo en los 80.



PARA LA TRIVIA: A King se le ocurrió la idea de esta novela cuando dejó a sus alumnos que leyeran Drácula.


lunes, 15 de septiembre de 2014

COPIANDO A ALIEN. No aceptes imitaciones... Bueno, unas poquitas porque nos hacen reír.

COPIANDO A ALIEN
Seis películas sospechosamente parecidas a la obra maestra de Ridley Scott

Es un hecho que cuando alguien tiene una buena idea, surgen montones de imitadores tratando de chupar su fortuna. En el caso de Alien: el octavo pasajero (Scott, 1979), su éxito alrededor del mundo, pero particularmente en Europa, originó toda una retahíla de copias, imitaciones y secuelas apócrifas (Italia, te estoy viendo a ti) que prácticamente constituyeron un subgénero durante la década de los ochenta.
    Algunas son mucho más afortunadas que otras, claro está; pero aquí presento las que considero las seis más sobresalientes:



ALIEN 2: EN LA TIERRA
Alien 2 Sulla Terra

Ciro Ippolito (bajo el pseudónimo Sam Cromwell) y Biagio Proietti, 1980.
Un grupo de espeleólogos aficionados, liderados por  Thelma Joyce (Belinda Mayne), una científica con poderes psíquicos, explora una caverna en las inmediaciones de la ciudad de San Diego, iniciando su expedición al día siguiente de que una fallida misión espacial regresara a la Tierra en costas cercanas al puerto californiano. Una serie de extrañas rocas comienza a aparecer en la región y una de ellas es recogida por los espeleólogos al adentrarse en la cueva. Lo que no se imaginan es que estas piedras son en realidad capullos donde se gesta una terrible raza de parásitos extraterrestres que hacen estallar a la gente por dentro y que podría acabar con la raza humana si logran salir de la cueva.


    Creo que de todos los fusiles de Alien: el octavo pasajero que he visto, éste es el peor.
    No hace falta un gran presupuesto para hacer una película decente o, por lo menos, divertida; pero en este caso el resultado es bastante pobre y ni las escenas de tripas volando ni los escasos desnudos gratuitos logran salvarla.
    Y eso en la versión definitiva editada por la distribuidora en DVD Midnight Selection, pues una de las principales quejas que he encontrado en las críticas de la película es que el montaje no tiene ningún sentido. No es eso, lo que pasa es que en la mayoría de los territorios donde se lanzó esta cinta en video, se publicó una versión severamente censurada.


    Empero, quizá no estaría mal hacer una nueva versión resumida de esta película, pues el ritmo es francamente terrible. Hay escenas larguísimas en las que no pasa absolutamente nada, se nota que el director quiso imitar la maestría de Scott o Spielberg para el suspenso (no sólo hay secuencias pirateadas de Alien, sino también de Tiburón [Spielberg, 1975]); pero con una mano mucho más torpe.
    El resultado es por demás olvidable. Bueno, no… esas terribles escenas en las que Joyce lanza destellos verdes de los ojos gracias a sus poderes psíquicos se quedan con un por mucho tiempo.



CONTAMINACIÓN: ALIEN LLEGA A LA TIERRA
Contamination: Alien sulla Terra
Luigi Cozzi (bajo el pseudónimo Lewis Coates), 1980

El barco fantasma Caribbean Lady llega a la Bahía de Nueva York con un misterioso cargamento: los cuerpos mutilados de la tripulación (que parecen haber explotado desde dentro) y cientos de cajas de café colombiano llenas con huevos de una letal espora extraterrestre —que en realidad parecen aguacates gigantes—. El teniente Tony Aris (Marino Masé), de la Policía de Nueva York, es el primero en entrar en contacto con dichos huevos. Poco a poco, Aris junto con la coronel Stella Holmes (Louise Marleau) del Ejército de EE.UU. y el comandante Ian Hubbard (el legendario Ian McCulloch), un exastronauta cuya última misión en Marte terminó en circunstancias por demás extrañas, irá descubriendo que una idílica plantación de café en Colombia es el epicentro de una invasión extraterrestre a nivel global y en la que el pasado de Hubbard vuelve para atormentarlo.
    Esta película, que también fue conocida como Toxic Spawn y Alien Contamination, fue censurada en muchos países por sus altas dosis de sangre y tripas volando por los aires. Aquí en México no fue tan popular en los videoclubes, pero sí era constantemente transmitida por Canal 5 (con algunas escenas editadas, por cierto).


    Creo que de todas las copias de Alien, ésta es la más original y, quizá, la que gozaba de un presupuesto más holgado… por lo menos para permitirse filmar en locaciones en Nueva York y Colombia. Aunque, la verdad sea dicha, casi todas las películas italianas de los 80 lo hacían.
    Y hablando de eso... creo que en realidad esta película no es tan mala; es decir, por lo menos no tanto como las otras que se encuentran en esta lista. La historia se cuenta bien, tiene algunas escenas emocionantes y otras tan camp que arrancan carcajadas, además de una escena de muerte del villano que no le pide nada al cine turco de ínfimo presupuesto.

    Pero si tuviera que nombrar mis dos cosas favoritas de esta cinta, sin pensarlo demasiado diría que son éstas: El soundtrack, compuesto e interpretado por la icónica banda Goblin, y el alien que aparece al final de la película, cuyo diseño retro bien pudo haber inspirado algún jefe de los videojuegos de la serie Contra (Konami) o a la mismísima Mother Brain de Metroid (Nintendo, 1986).



EL MUTANTE
Aunque es mayormente conocida en Europa (es una co-producción EE.UU.-Alemania) como Das Mutant, el nombre oficial de esta película fue Forbidden World.
Allan Holzman, 1982.

Es muy curioso que originalmente Alien: el octavo pasajero iba a ser producida por la leyenda viviente del cine de bajo presupuesto Roger Corman, pero —como ya expliqué en el artículo al respecto— por azares del destino no fue así; sin embargo, durante las dos décadas siguientes, Corman estaría pirateándose Alien impunemente.
    En esta película, producida por Corman, se cuenta la historia de Mike Colby (Jesse Bint), un alguacil del espacio que recibe un llamado de emergencia del planeta Xarbia. Al llegar, se entera de que el laboratorio genético ahí apostado ha producido una forma de vida, designada como Sujeto 20, que se ha salido de control. El Sujeto 20 es un “metamorfo” creado a partir de la hibridación de ADN humano con ADN de una bacteria nativa del planeta y cuya única función parece ser alimentarse y reproducirse. La creatura crece cada vez más y hará de los miembros del laboratorio su alimento en un festín de sangre, vísceras y desnudos gratuitos.


    A pesar de que esta peli rezuma sus bajos valores de producción por cada poro posible, la verdad es que tiene varias escenas memorables —incluso entre las que no son copias al carbón de la peli de Scott— y otras bastante ingeniosas.
    Y precisamente, me encanta el diseño de producción de esta película. Las escenas de batallas espaciales son metraje prestado de Batalla más allá de las estrellas (Murakami y Corman, 1980), la contrapropuesta de Corman a Star Wars (Lucas, 1977), lo cual se ve bastante barato. Pero lo que se vuela la barda son sus sets, pues para crear una textura “futurista” en las paredes del laboratorio espacial ¡las tapizaron con cartones de huevo y empaques de hamburguesa! Y ya ni hablar de que, según parece, para el personal femenino que labora en el espacio las prendas más adecuadas son ceñidos pants de terciopelo rosa. ¡Ah, sí! Y en varias escenas se nota que el mutante está montado sobre un carrito con rueditas.
    Uno podría decir que esta película sólo vale la pena por los numerosos desnudos de la sensual June Chadwick (a quien quizá recuerden por su papel de la sexy y malvada reptiliana Lydia en la serie de TV ochentera V: Invasión extraterrestre [1984]); pero estaría siendo injusto. Esta peli son 80 minutos de diversión ramplona garantizada.


    Por cierto, existen dos ediciones: la edición alemana, titulada Das mutant y la americana, con el título Forbidden World. Y aunque la edición europea dura cinco minutos más, las diferencias son tan nimias que apenas si se notan. Yo sólo pude detectar que el androide SAM tenía voz de mujer en la versión americana y de hombre en la europea, y que en ésta la escena de sexo era un poco más larga y la repetían a modo de flashbacks a lo largo de toda la peli. Además, una escena que no estaba musicalizada en la edición europea tiene un ritmo ochentero pegajoso en la versión americana.  



LA CREATURA
Creature
William Malone, 1985.

En esta coproducción EE.UU.-Francia se cuenta la historia de dos poderosas compañías, una estadounidense y la otra de Alemania Oriental, que se disputan los derechos de explotación de una zona minera en Titán, luna de Saturno. Los alemanes llegan primero, pero su expedición desaparece.
    Los estadounidenses van a explorar la zona, luego de que su primera expedición envía de regreso una nave a la deriva que se estrella con el centro de mando en una estación espacial orbitando la Tierra.
    Al llegar, los estadounidenses descubren que los alemanes encontraron las ruinas de un antiguo bioterio extraterrestre del que despertaron a una creatura voraz que utiliza pequeños parásitos para controlar las mentes de sus víctimas y procurarse alimento. Uno a uno, los miembros de la tripulación caerán ante el poder de la Creatura.


    En un primer visionado parecería que esta película es una copia, casi secuencia por secuencia, de la cinta original de Scott; pero no es así. La verdad sea dicha, también se piratea muchas cosas de El enigma de otro mundo (Nyby y Hawks, 1951) y El planeta de los vampiros (Bava, 1965) —lo que es curioso, porque son las mismas películas en las que se basó Alien—; de tal suerte que el resultado final es una especie de mezcla de Alien: el octavo pasajero con La noche de los muertos vivientes (Romero, 1968). Y aún más curioso resulta el hecho de que en varios diálogos los personajes hacen patente sin empacho alguno que se están pirateando otras películas.


    Las actuaciones en esta cinta son pésimas, incluso queda a deber un tardío Klaus Kinski a quien seguramente le pidieron que exagerara su acento alemán... Y por cierto que su personaje, en homenaje o trompetilla a la peli original, se llama Hans Rudy Hoffman (Las iniclaes H.R. en el nombre de Giger son por Hans Rudy). ¡Ah, sí! Hay por ahí una escena de desnudo gratuito que ni está tan buena, jaja, pero por lo demás todo el reparto es bastante olvidable.
    Decorados, vestuarios y, por supuesto, la Creatura se ven fabricados con las más ínfimas normas de calidad. La Creatura dichosa, dicho sea de paso, es una copia casi al carbón del diseño de Giger; excepto que éste es más pequeño, tiene garras como de oso, cara de piraña y un par de ojillos rojos refulgentes y malévolos ¡Ah, y claro! Sufre de un terrible efecto “Guy In a Rubber Suit”.


    Para rematar, la música es un plagio descarado del soundtrack compuesto por el legendario Jerry Goldsmith para la cinta original ¡Hasta se piratearon efectos de sonido de Star Wars!



LEVIATÁN
Leviathan
George P. Cosmatos, 1989

El hecho de que aún en nuestros días esta película sea prácticamente desconocida me asombra, particularmente porque tiene un reparto multiestelar (para aquella época, por lo menos): Protagonizada por Peter Weller (a quien quizá recuerden de su papel como Alex Murphy en RoboCop: El defensor del futuro [Verhoeven, 1987]), quien comparte créditos con Richard Crenna (quien fue muy famoso en los 60 y 70, pero es más recordado por su papel del Cnel. Trautman en la trilogía original de Rambo), Ernie Hudson (Winston Zeddmore en Los cazafantasmas [Reitman, 1984]) y Daniel Stern (el ladrón más tonto de Mi pobre angelito [Columbus, 1990]). Bueno, está bien, quizá no son tan famosos.
    El argumento no es tanto una copia al carbón de la película de Ridley Scott, pues también le roba mucho a la versión de John Carpenter de La cosa de otro mundo (1982). La historia que narra es sobre una estación minera de la compañía Trioceanic, quien se encuentra extrayendo metales preciosos a 5000m de profundidad en el Oceáno Atlántico. A tres días de terminar su turno de ochenta, la tripulación comandada por Steven Beck (Weller) encuentra los restos de un barco soviético hundido, el Leviatán. Los mineros entran en contacto con un suero experimental —en uno de los pretextos más estúpidos en la historia del cine... aunque verosímil a pesar de todo— desarrollado para causar mutaciones genéticas en los soldados que les permitieran adaptarse a su medio ambiente. El resultado es que los mineros mutan en un monstruo que los va asimilando uno por uno, combinando sus características con las de animales de la zona abisal en uno de los peores diseños en la historia del Stan Winston Studio. Los tripulantes de la estación submarina deberán hacer uso de todos los recursos a su alcance si no quieren caer presas de la creatura.


    Y sí, como lo escribí arriba, los efectos especiales son de Stan Winston... Bueno, no, él sólo los produjo, en realidad el diseño, construcción y manipulación de la creatura corrió por cuenta de los becarios del estudio. Pero el diseño de la estación sí es de Ron Cobb y la música de Jerry Goldsmith, los mismos de Alien.
    Y en sí la película no es tan mala, bueno, sí; pero la primera mitad se sostiene bastante bien. Lamentablemente, creo que todo el desmadrito se cae y se va hundiendo cada vez más cuando aparece en pantalla el monstruo... Lo cual es fatal en una película de monstruos. Sea como fuere, esta producción italoamericana filmada en el Golfo de México y Roma no puede superar el hecho de que es una copia muy poco inspirada de Alien.
    Un par de secuencias interesantes, la sobreexposición de la sexy Amanda Pays (aunque de hecho es una de esas actrices que sólo podrían haber sido consideradas guapas en esa década) y algunos trucos ingeniosos de maquillaje salvan a esta película del olvido más absoluto.


    También resulta pintoresco el hecho de que canalizar la mayor parte de su presupuesto a la construcción de los sets y a pagarle a Wintson parece haber obligado a la producción a recurrir a técnicas bastante rudimentarias para filmar las escenas submarinas, como el poner un tanque de agua entre la cámara y los objetos filmados, y la técnica conocida como “Seco por mojado”. En ella, las escenas debajo del agua se filman en cámara lenta en un estudio seco el cual se llena de neblina y se ilumina de forma difusa para crear la sensación de que la secuencia sucede a mucha profundidad bajo el agua.




ALIEN: APOCALIPSIS NUCLEAR
Alien degli abissi
Antonio Margueriti (Bajo el pseudónimo Anthony P. Dawson), 1989.

La reportera ambientalista Jane (Julia McKay) y su camarógrafo Lee (Robert Marius) se embarcan en una expedición hacia una isla volcánica del Caribe en la que la compañía Ex Chem, concesionada por el Ejército de EE.UU., está utilizando el cráter de un volcán activo para desechar residuos nucleares. Lo que ni los militares ni los ecologistas sospechan es que la radioactividad y la energía geotérmica liberada han atraído a un ser del espacio exterior que parece un cangrejo gigante armado con autopartes, se desplaza bajo tierra y cuyo mero tacto es tóxico.


    Recuerdo que esta película fue muy popular en los videoclubes cuando yo era niño; de hecho, fue rentándola en uno de ellos que la vi por primera vez. En aquel entonces recuerdo que me mantuvo entretenido… y que no entendía cómo  podía entrar en la cronología de la saga de Alien.
    En general toda la cinta luce sus escasos valores de producción, y esto se nota sobre todo en las contadas apariciones de la creatura extraterrestre. Y cuando por fin aparece de cuerpo entero, en el enfrentamiento climático de la cinta (pirateado del de Aliens: El regreso [Cameron, 1986], por cierto), es claro que se trata de una especie de mojiganga suspendida por cables del techo del estudio.


    Malas actuaciones, efectos especiales de calidad dudosa —por favor, se nota que esas tomas se hicieron con maquetas— y un guión inverosímil lleno de situaciones inexplicables son la cereza que corona este pastel de las películas baratas.      


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viernes, 12 de septiembre de 2014

HÉRCULES. "El caso de publicidad fraudulenta más conmovedor desde la película 'Historia sin fin'."


HÉRCULES
Hercules

Brett Ratner, 2014

Cuando vi el tráiler de esta película me emocioné. Los avances presentaban escenas de Haracles (Hércules para los romanos), vestido con su piel de león y armado con su clava,  luchando contra sus enemigos clásicos en las Doce Tareas: El León de Nemea, la Hidra de Lerna, el Jabalí de Erimato o el Cancerbero.
    A mi mente vinieron sendos recuerdos de la infausta trayectoria de Heracles en la pantalla grande, desde la mongoloide Hércules en Nueva York (Seidelman, 1969. La primera peli protagonizada por Arnold Schwarzenegger), pasando por la ochentera Hércules (Cozzi, 1981; medio actuada por el otrora Hulk, Lou Ferrigno, aunque debo admitir que de niño me gustaba esta cinta) hasta llegar a la insoportable La leyenda de Hercules (Harlin, 2014). Total que, en resumen, creo que la película más apegada al mito de Heracles es la versión de Disney (Clements y Musker, 1997). Y eso es muy triste.


    Así pues, a pesar de que el hijo de Zeus sería interpretado por Dwayne “The Rock” Johnson, me entusiasmó lo que vi y, como diría mi papá “Ahí voy de pendejo al cine”. ¡Oh, decepción! Esos fantásticos enfrentamientos que nos mostraron en el tráiler ¡son sólo el prólogo de la película, que trata de un asunto completamente distinto y que no tiene que ver con el mito de Heracles!
    Aclarado lo anterior, les cuento la anécdota de la cinta: Después de asesinar a su familia, ser acogido por el rey Euristeo (Joseph Fiennes, hermano de Ralph) —esta parte sí está un poco más basada en el mito— y superar las Doce Tareas, Hércules (Dwayne Johnson) es un mercenario que se hace acompañar por su sobrino Yolao (Reece Ritchie) y un clan de bribones de lo más camp y que me recuerdan series animadas de como Los Herculoides (1967-1969) o Thundarr, el bárbaro (1980-1984). Aprovechándose del rumor de que es el hijo de Zeus y de las historias difundidas por Yolao, Hércules y sus soldados de fortuna recorren el territorio griego alquilándose como campeones. Así pues, entran al servicio de Cotys, rey de Tracia (lo que queda de John Hurt, pobrecillo), para entrenar a sus tropas con el objetivo de sofocar una guerra civil.  


    ¿Qué tiene Hollywood contra la mitología griega? ¿Por qué no la dejan ser? ¿Se creen muy maduros para seguir creyendo en esas cosas? ¡No mamen! Es como si dijeran: “¡Sí, vamos a hacer películas sobre los mitos griegos… pero sin los mitos! ¿O es que ya olvidaron la infumable Troya (Petersen, 2004)? Sacando cuentas, la mejor adaptación fílmica de una obra de la literatura clásica sigue siendo Ulises (1954), protagonizada por Kirk Douglas. Y está padre ¡Pero la filmaron hace 60 años y la produjeron en Italia!
    Y bueno, si le van a quitar el elemento fantástico está bien, mientras sea una película de acción bien hecha. Porque Hércules lo es, ¿verdad? No, para nada. Toda la película termina sumida en un tono fársico no intencional del que uno no sabe si reírse o llorar.
    En sí, en sí, sólo hay dos batallas de gran escala en la película. La primera es contra… pues nunca quedó muy claro qué eran, creo que guerrilleros, pero me pareció que se fusilaron a los pictos que describe Robert E. Howard en las historias de Conan, el bárbaro.
    La segunda es contra el ejército de Tracia. Pero no se preocupen, que es larga, aburrida, inverosímil y predecible. Por cierto, ¿alguien sabe de dónde salió ese hoyo gigantesco en medio de la plaza de la ciudad? Según parece, Cotys no creía en el bacheo de calles públicas...


    Bueno, bueno; pero los efectos especiales están padres, ¿no? Pues... no realmente. Digo, sí están cumplidores, pero nada más, no son nada extraordinario.
    He de decir que tanto el diseño de las bestias míticas como los efectos especiales que les dan vida se ven espectaculares. Después de todo, insisto, con esto fue que nos vendieron la película. Sin embargo representa apenas un pequeño porcentaje del resto de efectos de la cinta, que se ven bastante cutres por no decir piteros.
    Y en general, toda la producción se ve terriblemente descuidada. De verdad, creo que hubo episodios de Xena: La princesa guerrera (1995-2001) que estaban mejor producidos que esta película. En muchas de las tomas cerradas s puede notar que las espadas no tienen filo —hasta los realizadores de la saga de La masacre de Texas usaban motosierras reales para los primeros planos—, en otras tantas tomas se ven las lycras que los actores llevan debajo del vestuario, en otras se ve que usan botas con suela de hule y las manchas de sangre se ven como cuando se te chorrea un bolígrafo desechable en el bolsillo
    Pero sin lugar a dudas, mi cosa chafa favorita de esta película fue la herida que los lobos le hacen a Hércules en el vientre. ¿Qué rayos es eso? Incluso en las tomas abiertas se nota que sólo le embarraron una plasta de látex a Johnson y la pintaron con la mencionada tinta roja. Se ve como cuando uno estaba en el kínder, se le secaba el pegamento en los dedos y se iba descarapelando.


    Bueno, no todo está perdido. Aún queda esa Vis Comica que, aunque sea con calzador, los guionistas suelen meter en los melodramas de acción y que con frecuencia resulta más entrañable que la película misma —así hicieron sus carreras Eddie Murphy y Rob Schneider—. Bueno, pues… un par de chistes dan risa, pero el resto, no. Es más, creo que los chistes en el guión de esta cinta no dan risa; pero el resto de la película, sí. Y eso es triste si uno se pone a pensarlo.
    De tal suerte y por todas las razones antes mencionadas, condeno a esta película a ser olvidada en las profundidades del Hades, donde servirá de forraje a cíclopes y centímanos. Ya en serio, sí es muy mala y creo que está destinada a convertirse en un clásico de los autobuses. Lo que siempre me ha intrigado sobre las películas basadas en la mitología griega, y particularmente en Heracles, es ¿Por qué si el mito original, en  todos sus episodios, es tan fascinante, se empeñan en hacer puras estupideces en pantalla?


 PARA LA TRIVIA: Esta película no tuvo exhibiciones pre-estreno para la crítica... Y es fácil ver por qué.
PARA LA TRIVIA GEEK: Ni siquiera la barba de Dwayne Johnson es real. El mismo actor reveló que el departamento de maquillaje la hizo con pelo de testículos de yak.


lunes, 8 de septiembre de 2014

EL EXTERMINADOR. "Termineitor" pa' los cuates.


EL EXTERMINADOR
The Terminator

James Cameron, 1984

Si realmente existe ese Olimpo de las películas de Ciencia Ficción que he armado en mi cabeza, esta cinta seguro está en uno de los sitios más altos mirando a otras producciones hacia abajo y con desdén. Como la mayoría de las obras maestras, El exterminador tuvo una gestación larga y tormentosa, pero el resultado valió la pena. Aunque Arnold Schwarzenegger ya contaba con cierta fama en los EE.UU., esta película fue la que definió su carrera, además de que convertiría a James Cameron en uno de los directores más rentables durante las décadas siguientes. Y si alguien lo duda, que revise los números de Titanic (1997) y Avatar (2009).
    La historia va así: En el futuro —alrededor del año 2018, ¿pueden creerlo?— el sistema militar de defensa SkyNet se volverá en contra de los humanos y desencadenará un ataque nuclear masivo para exterminar a nuestra raza. Los sobrevivientes serán esclavizados por robots inteligentes hasta que un hombre, John Connor, formará un grupo de resistencia que luchará contra las máquinas.


    Las máquinas contraatacan creando a los Exterminadores (Terminators, pa’ los cuates) cyborgs (androides con tejido vivo) encargados de infiltrarse en los escondites de la Resistencia para aniquilar a los guerrilleros. A pesar de todo, en el año 2029 la Resistencia logra destruir la computadora central de SkyNet, así que las máquinas, en un enroque desesperado, envían un Exterminador al año 1984 para asesinar a Sarah Connor (Linda Hamilton), madre de John y evitar que éste nazca.
    La Resistencia, por su parte, justo antes de destruir la máquina del tiempo (a la que voy a llamar cronotransportador desde ahora para que suene más nerd y menos kitsch), envía al pasado al sargento Kyle Reese (Michael Biehn en su primera colaboración con Cameron) para destruir al Exterminador y salvar a Sarah. Ahora se trata sólo de quién la encuentre primero. 
    Y al respecto del viaje en el tiempo, ésta fue la película que definió este concepto en la cultura pop contemporánea. Creo que desde H.G. Wells —sin mencionar la saga de cómics de los X-Men Días del futuro pasado— escribió su novela La máquina del tiempo, este concepto no había sido tan innovado. Mientras que en la novela de Wells los personajes viajan al futuro, en El exterminador, viajan al pasado… que es nuestro presente… Bueno, lo era hace 30 años. El punto es que los personajes viajan para prevenir un futuro posible, que es su presente. Irónicamente, si SkyNet no hubiese enviado al Exterminador al pasado, la Resistencia no habría enviado a Reese y no habría nacido John Connor, lo que hubiese hecho innecesario enviar al Exterminador en primer lugar... Y a todo este embrollo, los teóricos han gustado en llamarle el Efecto Terminator.


    Según cuenta la anécdota, la idea de la película le surgió a Cameron cuando fue despedido de la producción de Piraña 2: El regreso (1981). Esta producción italo-americana fue la primera película dirigida por el canadiense y en ella fue explotado hasta que una serie de fuertes discusiones con los productores ocasionó su despido. La cinta fue terminada por el director italiano Ovidio Assonitis y, cuando Cameron quiso quitar su nombre de los créditos, los productores simplemente lo cambiaron por “Cameron James”.  
    Cameron, prácticamente en la quiebra, viajó a Roma para exigir su pago y confrontar a la compañía productora. Cierta noche, el director regresaba a dormir; se encontraba hambriento, agripado y febril. Estaba molesto y se sentía abandonado mientras deambulaba por los sucios callejones que rodeaban la pensión donde se hospedaba. Cuando por fin se tumbó en la cama y cayó en un sueño profundo, vino a sus sueños la terrorífica imagen de un cráneo mecánico, cromado, emergiendo de un mar de fuego —esta imagen se utilizó como el intro de Terminator 2: El juicio final (Cameron, 1991) —. A la mañana siguiente, en cuanto se despertó, Cameron boceteó la imagen de su sueño.[1]
    Tras terminar su dibujo, el director llamó por teléfono a la productora Gale Anne Hurd —con quien formaría una mancuerna creativa muy poderosa para después casarse y divorciarse; actualmente Hurd produce la serie de TV The Walking Dead (2010-) — y le contó su sueño para después comenzar a trabajar en el guión.


    En el argumento original, que tomaba elementos de la clásica cinta de Ciencia Ficción La invasión de los usurpadores de cuerpos (Siegel, 1956) había dos Exterminadores, de los cuales uno era un androide que podía cambiar de apariencia a voluntad. Sin embargo, Cameron y Hurd le vieron pocas posibilidades narrativas al asunto, además de que los costos de producción serían demasiado elevados y los efectos especiales no tan convincentes con la tecnología disponible en aquella época. Así pues, la idea fue desechada, pero retomada para la secuela.
    Asimismo, el primer elenco en el que había pensado Cameron incluía al exfutbolista O.J. Simpson en el papel del Exterminador —bueno, primero la extinta productora Orion se lo ofreció a Mel Gibson, pero éste lo rechazó—; pero los productores creyeron que el rostro de Simpson era demasiado amigable para interpretar a un robot asesino — ¡Si tan sólo hubieran sabido!—, por lo que Cameron le ofreció el rol al actor Lance Henriksen, con quien el director había trabajado en Piraña 2... Los productores contactaron a Cameron con Schwarzenegger, quien quería audicionar para el rol de Kyle Reese.
    El director canadiense y el —así impunemente llamado— actor austriaco se citaron en un bar para platicar sobre el proyecto. En cuanto James vio entrar a Arnold por la puerta del establecimiento se puso de pie y, después de que éste lo saludó, Cameron exclamó: “You are a machine!” (“¡Eres una máquina!”) Con lo que el papel del Exterminador pasó a ser de Schwarzenegger y el resto es historia... Bueno, excepto porque Lance Henriksen perdió el personaje, pero apareció como el personaje secundario del detective Hal Vukovich, y existe un poster preliminar, que el actor tiene enmarcado en su estudio, en el que él es la imagen de Terminator.
    La producción fue bastante accidentada y corría el riesgo de salirse de presupuesto de un momento a otro. El ambiente de trabajo además era muy tenso debido al aprehensivo y, según comentan los miembros de la producción, neurótico carácter de Cameron. Su perfeccionismo casi irracional y su actitud controladora con los actores comenzaron a generar fricción en el elenco que estalló cuando Linda Hamilton lo enfrentó y le gritó: “¡Tú no eres un director! ¡Eres muy bueno dirigiendo marionetas, pero no sabes dirigir actores!
    Sin embargo, algo de razón debió tener el buen Jim porque su película se convirtió en un verdadero clásico contemporáneo, catapultó la carrera de Schwarzenegger y prácticamente todo el elenco original volvió a trabajar con él: Hamilton regresó para secuela, lo mismo que Arnold quien además protagonizó Mentiras verdaderas (1994), y Biehn y Henriksen compartirían créditos en Aliens: El regreso (1986), junto con Bill Paxton, quien hace un papel menor (el líder de una pandilla de punks)... Por no mencionar que Cameron se divorció de Hurd para casarse con Hamilton.


        La creación de los efectos especiales corrió por cuenta del gurú de los animatrónicos, Stan Winston, quien en aquel entonces no había sofisticado tanto sus técnicas de producción y debió además ceñirse al presupuesto más bien ajustado de la cinta, por lo que sus efectos fueron más bien rudimentarios; pero eso sí, muy efectivos.
    Winston y su equipo de artistas trabajaron con el boceto del —ahora así llamado— endoesqueleto del Exterminador que Cameron había dibujado después de aquella pesadilla febril. Su principal prioridad fue que todas las partes de este cyborg lucieran funcionales y anatómicamente correctas. Además, el ya icónico cráneo del exterminador fue modelado a partir de la forma y medidas de la cabeza de Arnold Schwarzenegger.
    Me atrevo a decir que el afortunado diseño del endoesqueleto del Exterminador fue tan sobresaliente como el del xenomorfo en Alien: El octavo pasajero (Scott, 1979) o incluso el de la Creatura de Frankenstein en la película original de Universal (Whale, 1931), en el sentido de que prácticamente todas las películas de Ciencia Ficción —y otra buena cantidad de videojuegos como Contra III: The Alien Wars (Konami, 1992) o The Ninja Warriors (Taito, 1987)— después de la de Cameron tomaron dicha imagen como referencia.
    Por cierto que el endoesqueleto usado para los primeros planos fue construido casi enteramente de aluminio cromado, en parte por la falta de presupuesto, pero en mayor medida por la premura con que tuvo que fabricarse. De tal suerte, aunque sólo se construyó el torso, éste pesaba casi cuarenta kilos y eran necesarios hasta cuatro miembros del crew para manipularlo (uno para cargarlo y hacerlo caminar, el resto para controlar las acciones de la cabeza y cara). Ya para la segunda parte, el endoesqueleto que se usaría en pantalla fue construido de resina cromada, que lo hacía mucho más ligero y manipulable.[2]


    Aunque los efectos especiales han envejecido un poco —poses aparte, me pregunto si esa escena en la que el Exterminador se extirpa un ojo dañado en el baño de un departamento abandonado fue joven alguna vez—, siguen contribuyendo poderosamente a la narrativa de esta película que logra atrapar al espectador.
    A pesar de que la trama de esta peli podría sonar un tanto absurda —más en su época que en la actualidad, muchos críticos la consideraron una tomada de pelo— la verdad es que lo mantiene a uno pegado al asiento hasta que los créditos finales aparecen en pantalla.
    El legado de esta cinta trasciende el cine y muchos de sus conceptos se han incorporado al imaginario popular. Generó dos secuelas: Terminator 2: El Juicio Final (1991) y Terminator 3: La rebelión de las máquinas (2003) que fue tan fallida que produjeron la serie de televisión Terminator: The Sarah Connor Chronicles (2008-2009) para sacarla de la cronología canónica. También se produjo una precuela, Terminator: La salvación (2009), que es bastante decente excepto porque lanzó al mundo la maldición de Sam Worthington. En América se han producido además por lo menos cuatro líneas de figuras de acción (Kenner, McFarlane, Playmates y NECA), más de cuatro videojuegos basados en la franquicia —todos ellos terribles— y una infinidad de series de cómics, incluyendo el bizarro Aliens vs Predator vs Terminator (2000) y el quintaesencial Robocop vs Terminator (1992), además de un videojuego (Virgin, 1992) basado en este último que es muy difícil, pero muy bueno.


PARA LA TRIVIA: John Daly, productor de la cinta, quería que ésta terminara cuando el camión cisterna explota en las afueras de la fábrica. Cameron literalmente mando al carajo a Daly y siguió con la película como la había planeado. Puesto que Orion Pictures quería ser reconocida por sus películas “serias” como Amadeus (1984) y consideraba El exterminador como una producción de bajo presupuesto para ganar dinero rápido, la represalia que tomó Daly contra Cameron fue no hacerle promoción a la película. Al día de hoy, Schwarzenegger y Cameron están en malos términos con Daly.
    



[1] Cf. NATHAN, Ian, Terminator Vault, Voyageur Press, EUA, 2013, Pp. 13 y 14.
[2] Cf. DUNCAN, Jody, The Winston Effect: The Art and History of Stan Winston Studio, Titan Books, Londres, 2006, Pp.47 y 48.